Débora Céspedes


Débora Céspedes, compañera y amiga nuestra en un Camino Real que recorrimos con ella hasta su último momento, iluminó con su pensamiento y su accionar territorios de la lucha social y humana, más allá de las posiciones del socialismo antiautoritario. Batalló por el sentido ético de la lucha, respiró en su espíritu de libertad, nutrió con su esfuerzo esa fuerza colectiva, entendió que solamente se obtiene la paz con la justicia y que esta paz será así fruto del esfuerzo y la esperanza.
Tomó conocimiento del ser anarquista a través de un viejo obrero vecino llamado Pedro Othaz, que le habló de horizontes desconocidos y le prestó libros que respondían a interrogantes de su inteligencia. Luego, bebió en las fuentes de la tradición oral colectiva de la resistencia a la dominación. Fue un ejemplo de autodidactismo que encontró fuentes puras. Descubrió los manantiales de la energía mística y utópica yacente en cada ser humano, de su potencia a la cual encadena y expropia el Poder, convirtiéndolos en autómatas con nuevas formas de control. Poder en permanente cambio de piel.

La ausencia de su corazón solar.

El gran vacío que nos dejó su ausencia es por su capacidad de crear climas cálidos y serenos en todos los colectivos en los cuales actuó. Siempre laboriosa, sostenía que el amor que no era amor activo, no era amor. Decía que el pensamiento que no concluía en el hecho concreto era una espiga vacía, que chupaba a la Madre Tierra sin ninguna contrapartida.
Su actividad comprendió el período desde el pródromo de La Revolución Española, hasta este derrumbe global de una civilización ciega, sorda y muda en la situación de las masas, mientras el know how (el como saber hacer) está en manos de una pequeña élite, los beneficiarios del sistema caduco.

Una luz de aurora.

Las primeras luces de La Asociación Internacional de Trabajadores seguían brillando después de la derrota de La Comuna de París y de la Revolución Rusa, que alcanzó a mantenerse seis meses hasta desembocar en el golpe de Estado de Octubre y la implantación de una dictadura totalitaria.
En Uruguay, esta luz también sobrevivió a la división de la FORU (Federación Obrera Regional Uruguaya, hermana de la FORA) ocasionada por quienes pretendían apoyar críticamente a la todavía llamada Revolución Rusa.
En el espíritu del tiempo persistían las esencias de las cuales se nutrió Débora: la mística y la utopía que trasciende al hombre, la solidaridad y el apoyo mutuo. Estas energías reverdecieron en el movimiento obrero con la Revolución Española, a pesar de la derrota militar. Un movimiento autónomo al margen de los partidos políticos y el sindicalismo reformista (incluyendo partidos o movimientos de la mal llamada izquierda) conformaron una corriente basada en la autodeterminación y la autonomía, que fue muy dejado de lado, ninguneado e incluso adulterado por los veedores del sistema, historiadores, periodistas y críticos. Al no poder negarlo, hasta le cambiaron el nombre y sus dimensiones. Pero su verdadero nombre fue Comité de Enlace de Sindicatos Autónomos. No consideraban la autonomía como el aislamiento de la persona o de la colectividad. Las huelgas de solidaridad real se sucedieron inclusive en apoyo a movimientos obreros de países limítrofes. Fue destrozado por la partidización de derecha y de izquierda. Derrotados, pero no vencidos.

Débora en el movimiento obrero.


A los 16 años buscando trabajo, Débora consiguió hacerse cargo de un quiosco que tenía un compañero en una zona residencial. El compañero era conocido en los círculos anarquistas como el Negro Palmieri y su compañera Matilde Carreras. A solicitud del Comité Pro Presos de la FORA, Matilde Carreras visitaba a Radovitzky (el ajusticiador del coronel Falcón, masacrador obrero en 1909) en la cárcel de Ushuaia. Su condición de Argentina le permitía hacerse pasar por concubina de Radovitzky y mantener relaciones entre éste y el movimiento. Débora se sentía muy cómoda con su trabajo e hizo fuerte amistad con esta pareja. Pero había ingresado a las Juventudes Libertarias del Uruguay y se imponía la colaboración con el movimiento obrero de acción directa, no solamente ideológicamente sino también en la práctica de lucha. Por lo que buscó y encontró trabajo a los 17 años en el Frigorífico Anglo de Montevideo. Allí conoció a una joven rusa de la misma orientación ideológica, Esperanza Auzeac, con la cual mantuvo una amistad profunda hasta la muerte de la misma en Bolivia. No había unión obrera por lo que comenzaron a organizar a sus compañeros en una sociedad de resistencia. Como consecuencia fueron expulsadas del establecimiento. Poco tiempo después Débora pudo entrar a trabajar en otro frigorífico: El Nacional, continuó allí su tarea de organización obrera. La orientación de las sociedades de resistencia no era meramente económica o de condiciones mejores de trabajo. La utopía, la mística de una sociedad nueva y justa, de una solidaridad sin fronteras de los desposeídos, el apoyo mutuo de los que se sentían oprimidos, encontraban su cauce en una lucha integral, desde la lucha contra el latifundio, por la reforma agraria, el antimilitarismo, las reivindicaciones feministas, la educación moderna, ni confesional, ni estatal, teatro de avanzada, también difundir las alternativas económico-sociales al capitalismo industrial y financiero, tales como el cooperativismo y el mutualismo no comerciales, bolsas de trabajo manejadas por los propios obreros responsablemente, y en todo esto y sobretodo la acción directa, negociaciones entre empleados y empleadores sin intermediaciones, desprendiéndose de la minoridad impuesta. El federalismo no era un sello sin contenido, como el federalismo rosista o de las organizaciones reformistas. Ellos combatían por la realidad de la unión pactada. Para constituir una Federación de la carne real, los compañeros y Débora tuvieron una dura lucha, incluidos socialistas y comunistas, que la querían subordinar a los partidos políticos. Débora empezó como secretaria de actas, luego fue oradora en actos que, como en la asamblea en solidaridad con los obreros de la Carga y Descarga o de los Toneleros, que llegaron a tener alrededor de ocho mil asistentes, según archivos. Continuaba actuando en las Juventudes Libertarias, también en la Casa de los Libertarios, un centro cultural ubicado en las inmediaciones del sindicato de panaderos. Además colaboraba en la redacción y el reparto del periódico Voluntad, cuyo centro de operaciones estuvo en la Casa de los Libertarios. En el Cerro, estuvo en la fundación de un Ateneo Anarquista que duró varios años. También en él se montó un grupo filodramático (teatro no comercial) compuesto por obreros de los frigoríficos, llamado Emilio Zola Segunda época, disponiendo una sala (frente a la plaza del Cerro) que se llamó teatro Edén. Allí se representaron obras que ponían en el escenario la intimidad de los conflictos que atenazan al hombre y a la mujer cuando no quieren perder su identidad, ni caer en la masa informe del servilismo. Obras de Florencio Sánchez, Rodolfo González Pacheco, Ernesto Herrera (Herrerita), Joaquín Dicenta, entre otros/as. Débora trabajó de actriz en varias de estas obras. Estos actos se realizaban a salas llenas, e introducción a cargo de compañeros.
El rasgo dominante de su actividad teatral era el contraste de su alegría luminosa y entusiasta con el fondo de su personalidad de matriarca que enfrenta valerosamente a la inmensidad de la Nada.

Servicio Militar Obligatorio

Utilizando la coyuntura de la Segunda Guerra Mundial, que, como la primera, fue una guerra imperialista por los mercados, en el Uruguay se pretendió imponer un S.M.O. El Uruguay es de los pocos países del mundo que nunca lo tuvo. En esta ocasión fue rechazado gracias al vigoroso movimiento conformado por la Federación de Estudiantes del Uruguay (FEUU) en aquel entonces organización gremial de carácter social (no política como la actual) con un Comité de Enlace de Sindicatos Autónomos, las juventudes Libertarias del Uruguay, más un vasto movimiento popular producido por estas organizaciones. A favor del SMO estuvo el Partido Comunista, parte del Socialista y los partidos políticos parlamentarios. Débora participó en debates, conferencias, asambleas callejeras y en la redacción de folletos. Muchas felices consignas fueron fruto de su reconocida capacidad de síntesis.
A Buenos Aires.
Débora se retiró del Uruguay por el año 1947 para reunirse con su compañero que había tenido que exiliarse en consecuencia con hechos gremiales. Este estaba trabajando y militando en el gremio de Construcciones Navales en el puerto de Buenos Aires. Dicha federación había acogido a obreros en conflictos en el Uruguay del Comité de Enlace de Sindicatos Autónomos. En Buenos Aires Débora y su compañero establecieron relaciones con la FORA y con la FLA, Correale, Jacobo Prince, Maguid Fernando y Juanita Quesada, Diego Abad de Santillán, el profesor Lunazzi de la Universidad de La Plata. Fue un largo y duro período de alrededor de 16 años, en lucha constante contra la tremenda aplanadora peronista. En Argentina también, el culto totalitario al jefe dominante destruyó, sin saber hasta cuando, los lazos solidarios del movimiento obrero autónomo y federalista que echaban las bases de un nuevo mundo.

Retorno a Uruguay

Débora retornó con su compañero por el año 1963. Inmediatamente reanudaron relaciones con Luce Fabbri, relaciones que habían comenzado por 1938 y que no se interrumpió hasta la muerte de Luce en Agosto del año 2000. La derrota de los sindicatos autónomos (1942-1952) dejó el camino libre para el movimiento reformista y para los oportunistas y demagogos que aún hoy pretenden hacer un coktail potable con los residuos recauchutados del marxismo. Débora y su compañero llegaron en el momento de la división de la Federación Anarquista del Uruguay como consecuencia de que un grupo de sedicentes anarquistas pretendieron que la FAU apoyara lo que continuaba llamándose Revolución Cubana, cuando Fidel Castro ya se había definido como marxista- leninista, y estaba obrando a la manera de la dictadura rusa, matando y encarcelando compañeros nuestros.
Estos nuevos conversos con armas en las manos se quedaron con una gran biblioteca BAIA (Biblioteca y Archivo Internacional Anarquista) que había sido organizada por el compañero rumano Eugen Relgis, y de esta misma forma ocuparon el local. Responsablemente compañeros aguerridos en las luchas sindicales, se retiraron, siendo mayoría y fundando ALU (Alianza Libertaria Del Uruguay), militantes de sindicatos autónomos, compañeros de Bellas Artes, del Movimiento cooperativo y mutualista como Gomensoro, Iriondo, D’Ottone, Errandonea (los dos hermanos) H. Fabbri, Cresatti, y desde luego Luce y Débora.
Desapareció con la dictadura. A su desaparición se produjeron muchas tentativas de reorganización, entre ellas la fundación del grupo GEAL (Grupo de estudios y acción anarquista) que contó con la colaboración de Luce y Débora. El Grupo GEAL fundó el periódico Opción Libertaria (cuyo nombre había sido propuesto por Débora) que tuvo una trayectoria de alrededor de 18 años (1986-2004). Fue un pequeño periódico que siempre planteó los grandes temas sociales del momento. Y profundizó siempre en las condiciones subjetivas que deterioraban nuestras organizaciones sociales y nuestro movimiento libertario.

Coordinadora anarquista.

La energía de Débora desarrollaba una fuerza permanente que tendía a reconstruir los hilos de solidaridad rotos por las condiciones de la vida actual. Para combatir la soledad de las grandes multitudes, era de las que consideraban necesarias las pequeñas agrupaciones, las células de buen vivir, la democracia cara a cara, la red de autonomías. En sus relaciones en la Argentina colaboró en organizar una Coordinadora Anarquista Rioplatense que se inició en la Plata. Participaron Lunazzi, Corral, el Ateneo de Avellaneda, entre otros. En Uruguay se realizaron tres tentativas muy trabajosas. Las tres fracasaron por no aplicar decisiones asamblearias, es decir, por personalismos.
Centro-Oeste.
Débora Céspedes fue la redactora responsable de un periódico de la zona Centro Oeste de Montevideo. Así se llamaba el periódico que salía mensualmente con un tiraje de 1000 ejemplares. Comenzó como un órgano de las clases pasivas de la zona, pero adquirió tal dimensión que se convirtió en un vocero plural.
Su base económica eran los avisos de comercios de la zona. Se mantuvo desde el número I en marzo del 74 hasta febrero del 2001

La Mitad Del Cielo


Colaboró en una revista argentina feminista llamada “La mitad del cielo” cuya redactora responsable era una conocida actriz y escritora llamada Leonor Benedetto. Querían conocer el punto de vista anarquista del feminismo.
Cooperativa de Consumo
Colaboró activamente en la organización de una cooperativa del consumo que llegó a reunir a ochenta grupos, cada uno formado por doce familias que a un promedio de cuatro miembros daba un número de alrededor de tres mil quinientos integrantes. Funcionó desde el año 1991 hasta 1998. Su finalización, ocasionada por el peso del sistema, junto al peso de la responsabilidad individual, dejó sin embargo beneficios económicos y éticos. Económicos porque al suprimirse gran parte del lucro se suprimían intermediarios (mayoristas y minoristas) y se fortalecían las cooperativas de producción creando bases para alternativas reales al capitalismo. Además quedó una casa que se cedió hasta hoy a la Universidad de la República para su programa de Extensión Cultural (Apex). Casa ubicada en el cerro de Montevideo, calle Chile número 4029. Y ético, porque con un pequeño saldo social que se acumulaba, se ayudó a compañeros en estado de necesidad (huelga, enfermedad, prisión) creándose así un ambiente que se prolongó.

Poesía


Como el gran Machado, Débora pudo decir: con mi trabajo gano mi pan, debedme mis poesías. Ella escribió poesías desde los primeros años de su vida. A los 10 escribió una poesía sobre los Charrúas, de la cual se burlaba posteriormente. Sin embargo era la señal de su romanticismo incipiente. Los charrúas eran los derrotados en una batalla que aún sigue. Siempre escribió poesías, tanto en periódicos de nuestro movimiento como en otros. Sacó varios premios en la Argentina y en el Uruguay. A solicitud de una conocida cantante argentina llamada Sandra Mihanovich escribió una letra para una pieza musical de autoría de la cantante. La canción era para una amiga mutua, que recién salía de la cárcel. Se titulaba “Nacer de nuevo” y tuvo mucho éxito en Argentina y en Uruguay.
Presentó un libro con sus poesías ilustrado por artistas de Bellas Artes del Uruguay y que fue editado totalmente en forma colectiva. Su título es “Algunos bienes que algún día tuve”. Tuvo dos presentaciones con intervenciones de críticos, periodistas y profesores. La diversidad de percepciones, tenía en el fondo una unidad. Vislumbraban que en su obra el conocimiento y el sentimiento experimentado eran una limitación, que había buscado con el pensamiento mágico y la utopía solidaria, tierras desconocidas, otros cielos, con el alma frente a los astros y al brillo de otras constelaciones.

Historias robadas


Un escritor y periodista uruguayo, agudo observador social, llamado Hugo Fontana escribió un libro en el que describe la personalidad de Débora actuando en el seno del movimiento del socialismo antiautoritario y en la vida cotidiana, es decir el laboratorio donde se aceptan o se rechazan los micropoderes. El libro se llama HISTORIAS ROBADAS. La labor constructiva de Débora estaba incorporada a esa corriente del socialismo que fue la única que no fracasó.
Tanto el socialismo parlamentario como el dictatorial (ambos capitalismos de estado en múltiples variantes) tiraban la pelota capitalista para adelante.
En Débora el milagro del socialismo anarquista (la persistencia de la energía utópica) se sumaba a los hontanares del espíritu, en un autodidactismo que buscaba las fuentes de la solidaridad humana, “Señor, te busco, no te encuentro! Si no me tuvieras no me buscarías!! Así se explica esa larga amistad con Luce Fabbri (se intercambiaban poesías) a pesar de la gran diferencia de formación, de conocimientos históricos, filosóficos y académicos.

Unidad de vida


Ha llegado un punto en la descripción de la vida de Débora en que los hechos aislados adquieren una vibración de vida y una unidad aparece temblando en su fondo. Esa unidad profunda está dada por su visión del fundamento de la realidad, como una energía mágica y utópica, rechazaba así los fundamentos de la realidad aceptada como autoridad, con el dominio de seres humanos, con la competencia, con la zanahoria del confort y el orden jerárquico.
Rechazaba las opresiones, su fundamento era el libre desarrollo de la personalidad humana encausada hacia una sociedad de libres y de iguales.
Era de abrir tierras vírgenes, cielos y zonas desconocidas, las Thule sin las cuales retrocedemos a la condición de larvas más o menos alfabetizadas. Si esto fue un don, una gracia, o un largo proceso de voluntad de ser, no es tan importante, o tal vez, como ella decía en uno de sus bellos poemas…“Son de las inescrutables de mi alma”. Lo cierto es que en su alma apareció la señal que llevan los portadores del coraje, aquellos que conquistan la vida real, enfrentando la angustia existencial, el peso muerto del Neo-habla, ese lenguaje de los dominadores aceptado gracias a la ingeniería del concensos por los dominados.
Retornada a su fuente original, el poderoso aliento de la vida, que asciende hacia la libertad y la conciencia, veremos siempre a Débora en los arco-iris del cielo, después de las tormentas, como una nueva alianza de paz y de esperanza.

Autor: Beto

Publicado en Prensa Anarquista, lo mejor del periodismo libertario.

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