Octubre de 1934 (5). Un discurso del filofascista Gil Robles
El talante de la derecha filofascista, encarnada en la CEDA, que va a ser la aglutinadora de las fuerzas de la derecha hasta 1936, queda perfectamente reflejado en este discurso de su líder, Gil Robles, en plena campaña electoral para las elecciones generales del 19 de noviembre de 1933.
En la mañana del domingo 15 de octubre Gil Robles, presidente de la CEDA, da un mitin en el cine madrileño Monumental Cinema, que fue también transmitido por radio. Su posición es clara ante lo que tiene que hacer la derecha para parar la revolución social. Oigámosle a través de las páginas del periódico El Debate:  "Había que dar estructura a las nuevas derechas españolas. Era necesario ir a la reconquista de España (…). Y a medida que se avanzaba, las avanzadas y los grupos de resistencias que se encontraban fueron agrupándose en una organización al mismo tiempo flexibe y recia y se constituyó la Confederación de Derechas Autónomas (…). Todo se ha hecho con propósito de englobar a todos con un espíritu generoso, sin ánimo de monopolio, con deseo de abrazar a los que vengan a luchar por las batallas por Dios y por la Patria. ¿Se ha hecho todo eso tan sólo para constituir un partido? El propósito era más amplio, más generoso, más comprensivo. Se quería dar a España una verdadera unidad, un nuevo espíritu, una política totalitaria (…). El elemento unitario para una política totalitaria lo encontramos en nuestra gloriosa tradición (…). Nosotros buscamos ese principio unitario y totalitario en el ideal cristiano de nuestra Patria (…). Vamos a ocuparnos del presenre (…). Estamos en el momento electoral (…). Para mí sólo hay una táctica hoy: formar un frente antimarxista, y cuanto más amplio mejor. Es necesario, en el momento presente, derrotar implacablemente al socialismo (Muchos aplausos) (…). Hay que llamar a todas las fuerzas sociales y antirrevolucionarias, a todas las que vayan contra el materialismo y contra todos los errores que se cifran en una sola palabra: marxismo (Grandes aplausos. Una voz: "Y contra Maciá"). Yo centro mis ataques (…) en el socialismo, y de ahí los derivo a todos los elementos que con él han tenido contacto. De la división de España son en gran parte responsables los socialistas. Sin ellos no se hubiera podido aprobar el Estatuto (Aplausos). lo que ocurre es que centro mis ataques contra los socialistas porque han sido los únicos beneficiarios del más vergonzoso de los pactos, el de San Sebastián, en el que se aliaron el sectarismo, el separatismo y el socialismo (…). La gran necesidad del momento actual es la derrota del socialismo (…). Proyectemos ahora una mirada hacia el porvenir (…). Nuestra generación tiene encomendada una gran misión. Tiene que crear un espíritu nuevo, fundar un nuevo Estado, una Nación nueva; dejar la Patria depurada de masones, de judaizantes… (Grandes aplausos) (…). Hay que ir a un Estado nuevo y para ello se imponen deberes y sacrificios.¡Qué importa que nos cueste hasta derramar sangre! Para eso nada de contubernios. No necesitamos el Poder con contubernios de nadies. Necesitamos el Poder íntegro y eso es lo que pedimos. Entretanto no iremos al Gobierno en colaboración con nadie. para realizar este ideal no vamos a detenernos en formas arcaicas. La democracia no es para nosotros un fin, sino un medio para ir a la conquista de un Estado nuevo (Aplausos). Llegado el momento el Parlamento o se somete o le hacemos desaparecer (Aplausos) (…). Llamo, eso sí, a todos, cuanto mayor número mejor, para terminar esta primera tarea de frenar y liquidar de una vez la revolución (…). Y nada más (…). (Gran ovación. El público despide al orador con aclamaciones de entusiasmo)".
(El Debate, martes 17 de octubre de 1933).
Derrotar al socialismo y comenzar a construir un Estado corporativo eran los ejes de la derecha. No se trataba pues de ganar las elecciones y de volver al pasado de la Restauración alfonsina sino de barrer social y políticamente a la clase trabajadora sometiéndola a un Estado corporativo, fascista, que era lo que estaba sucediendo en la Alemania nazi, en la Italia fascista y en la Austria filofascista. Así, no es de extrañar que cuando la CEDA accedió al gobierno con tres ministros, apoyados en su mayoría parlamentaria, casi un año después de este discurso, el 4 de octubre de 1934, la clase trabajadora española fuera a la insurrección. Si bien se daba una unidad imperfecta entre las diversas fracciones de la clase trabajadora éstas sí tenían claro lo que el acceso al poder de la CEDA significaba: para el PSOE el colocar a los reaccionarios españoles "en condiciones de ventaja para aplastar a las organizaciones obreras y a los partidos revolucionarios", para el BOC "un gobierno en el que participasen los fascistas de Gil Robles equivaldría a una declaración de guerra contra el proletariado, los campesinos, Cataluña y el País Vasco". Lógico por lo tanto que un militante comunista dijese que la entrada de la CEDA en el gobierno suponía la "primera victoria oficial del fascismo. Aceptar esto, sin resistencia, sin lucha, sería tanto como prepararse la derrota, el aplastamiento, la tumba".
Madrid, 29, enero, 2009