El peligroso David

Israel ha decidido dejar de matar palestinos. Ha contado los destrozos y de momento  le han parecido suficientes: multitud de casas habitadas convertidas en escombros informes,  y sus habitantes asesinados. Calles enteras convertidas en socavones, hospitales destruidos, escuelas, agencias de prensa internacionales. Le ha parecido suficiente por el momento, y pronto habrá espacios deshabitados para nuevos asentamientos, dicen los okupas frotándose las manos.

El presidente de los okupas, uno más de los muchos impresentables Goliats que dirigen el mundo desde la prepotencia y la violencia, acosado por  los jueces  que la acusan de corrupto, da una rueda de prensa para celebrar su victoria. Ha sido una victoria difícil, porque el bando contrario atacaba con tirachinas y los soldados israelíes se veían obligados  defenderse  con bombardeos indiscriminados y  artillería pesada. Y el jefe del ejército y su presidente celebraban hoy, 21 de mayo de 2021, una victoria muy difícil: cuesta mucho vencer a un ejército armado con armas tan letales cuando solo se dispone de aviones de combate de última generación y armas de alta precisión contra tiradores armados de mortales canicas, que siguen llorando y enterrando a sus niños  muertos y descontando futuros que ninguna aseguradora  de occidente aceptaría como seguro de vida.

Entre tanto, eso que algunos llaman  “comunidad internacional”, que vende las armas que matan palestinos, porque andan siempre teniendo que defender a los pobres israelíes de Sión de los feroces dueños de las tierras oKupadas por ellos, respira satisfecha, porque ha hecho caja y además  ya no tiene que sentir más días de vergüenza, en  caso de tenerla, ante tantos días de crímenes a los que están dispuestos a hacer la vista gorda una vez más de tantas. Y es que  esas palabrotas como genocidio, derechos humanos, tribunales de justicia universal, ocupación,  o crímenes de guerra, por no mencionar expresiones como “niños asesinados”, “familias destruidas”, hogares arruinados” y “ ocupación ilegítima del territorio y  la propiedad ajena”, no están en sus compartidos diccionarios. Prefieren hablar de derecho a defenderse de los que se oponen a que sus casas  y sus tierras sean invadidas por la fuerza, y encerrados sus habitantes  entre alambradas  y nuevos muros que, estos sí, son los muros de la vergüenza, gracias a los políticos del mundo árabe, divididos entre el miedo a Israel, la impotencia, y el egocentrismo que contempla su ombligo, y  gracias a los políticos occidentales, con sus vendedores de armas, sus políticas de alianzas ( entre corruptos anda el juego), sus negocios compartidos con los okupas de Palestina, y todo ello bajo la pontificia mirada del Vaticano, patria religiosa  común de todos ellos que levanta la voz  una sola vez justo para decir dejen de pelearse, no sean niños. Y lo repetirá muchas veces, todas las que hagan falta, porque  están grabadas en el disco duro de sus eminencias, lo mismo que sucede con los discos duros de oos Goliats de la famosa  comunidad internacional.

Así se repiten las historias: de Palestina, de Colombia, del pueblo saharaui, del sirio, del afgano, del marroquí y de tantos otros. Se repite la historia en diferentes escenarios y con diversos argumentos, pero siempre mueren los mismos, y siempre son los mismos los que matan  con   los mismos argumentos para justificar el asesinato: defenderse de los pueblos cuando están hartos de ser atropellados y reclaman justicia. La justicia se tiene que someter al Derecho y el Derecho a la ley del más fuerte, porque Goliat tiene que protegerse del peligroso David.

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