
Ante el golpe militar del 18 de Julio de 1936 que la Iglesia apoyó, y que a muchos de nuestros padres y abuelos llevó a la guerra, a la muerte, al paredón, a cunetas sin nombre y a cárceles siniestras, es un buen ejercicio hacerse la pregunta sobre qué clase de cristianos son estos señores tan dados a favorecer dictaduras, mentir sobre cosas sagradas, inventarse infiernos y algunas cosas más que veremos aquí.
Cualquier institución, como cualquier persona, es libre de manifestarse como quiera y definirse como le parezca con cuatro condiciones al menos si quiere ser creíble: que no se defina de un modo y actúe de otro, que no manipule la verdad para adquirir ventajas y privilegios, y que no utilice su poder de convicción ni su fuerza moral o legal (si las tuviere) para obligar a terceros a seguir sus ideas. Y desde luego, que sea respetuosa con la vida. Pues bien: La Iglesia católica no cumple ninguna de esas cuatro condiciones.
Debemos empezar por recordar que Jesús de Nazaret- que nunca fue sacerdote y siempre criticó a la casta sacerdotal- no fundó ninguna Institución sacerdotal. Esta es una mentira fundamental de la Iglesia,ya que se considera fundada por Jesús y encabezada por Pedro como primer Papa tras el cruel asesinato del Maestro.
Avalada y elevada a religión oficial del Imperio por el sanguinario Constantino, ( declarado Santo ) benefactor y primer papa real, y siempre protegida por los Gobiernos del mundo, la Iglesia ha manipulado y censurado las enseñanzas del cristianismo originario, que se basa en el amor a Dios y al prójimo y pretende hacernos creer que representa los valores cristianos. Sin embargo, y contrariamente a los principios más básicos del cristianismo, a lo largo de los siglos no ha cesado de excomulgar, perseguir, ridiculizar, encarcelar, torturar, calumniar, silenciar, desprestigiar y eliminar cuanto ha perjudicado a sus intereses materiales de casta y poder, y a cuantos se han atrevido en todos los tiempos a criticar a la Institución por no poner en práctica las enseñanzas auténticas de Jesús de Nazaret. Bogomilos, cátaros, místicos, herejes, librepensadores y personalidades tan destacadas como el obispo Osorio, fueron perseguidos o asesinados en masa – como en el caso de los cátaros- por predicar la reencarnación, que Jesús enseñó o por no aceptar la jerarquía de Roma y vivir según el Sermón de la Montaña, el núcleo central del cristianismo.
La Biblia, en la que tantas ramas del llamado cristianismo se basa, ya manipulada desde antiguo por la casta sacerdotal judía, terminó por caer en manos del obispo Jerónimo, que excluyó lo que quiso y la retorció para congraciarse con el papa al que aspiraba a suceder. Así que la enseñanza del Maestro ha sido censurada siglo tras siglo, hasta el punto que los preceptos del Sermón de la Montaña son considerados por la Iglesia, incluso ahora- como irrealizables. Con ello muestra el respeto que siente a las enseñanzas de su supuesto Maestro, al que deben considerar para sus fueros como un soñador romántico que predica utopías extremistas, como la igualdad, la fraternidad, la compasión, la libertad, el respeto a toda criatura…todas esas cosas que se le atragantan a la Corte Vaticana siglo tras siglo.
Si Jesús de Nazaret vivió entre los pobres y clamó contra la injusticia de los ricos, sus eminencias de la alta clerecía han elegido a estos como amigos. Y si viven como ellos, poseen soldados, poder y riquezas inconmensurables, bancos y privilegios sociales, políticos y económicos más que la mayoría de ellos¿tienen algo que ver estos impostores con aquel carpintero de Nazaret, hombre del pueblo por más que fuera su condición divina?
Baste con estos ejemplos entre miles para tomar conciencia de que estamos ante una institución mentirosa, intolerante, y peligrosa que nada tiene que ver con los principios enseñados por Jesús, pues desde casi desde los primeros tiempos del cristianismo – especialmente desde Constantino- los privilegios, el poder político otorgado por el emperador y la violencia verbal y física, acompañada de excomuniones y amenazas con el Infierno a los disidentes o incrédulos, han sido y siguen siendo formas habituales de proceder de los ministros de la Iglesia para impedir el flujo de la verdad cristiana e imponerse a la vez como interlocutora única entre Dios y los hombres. Una larga trayectoria de crímenes, guerras, hogueras, conversiones forzadas, intrigas palaciegas, apoyo a dictadores en todo el orbe, robos, y mucho más ha marcado en rojo de sangre y miedo a su inventado infierno la historia de esta institución que se atreve a llamarse cristiana.
El crimen que no cesa
Los miles de casos de pederastia y hasta de violaciones a monjas que ellas mismas han denunciado y se han intentado ocultar por las jerarquías, tanto como sus consecuencias, con ser conductas criminales se quedan empequeñecidas ante el horror de los asesinatos a varios miles de indígenas canadienses entre los siglos 19 y 20 en colegio católicos. En este verano de 2021 ha saltado esta noticia a las primeras páginas de la prensa mundial, pero en otras ocasiones se han dado a conocer crímenes contra niños en colegios católicos de Irlanda y hasta en las antípodas australianas donde las víctimas fueron – como en el caso de Canadá- miles de niños indígenas a los que se les borró su identidad racial, sus costumbres, su idioma, su nombre, y por último se les arrebataron sus pequeñas vidas.
Por su silencio cómplice las jerarquías católicas merecerían ser repudiadas por la conciencia del mundo y los responsables llevados a los tribunales por genocidas. ¿No fue el Cristo quien dijo » Dejad que los niños vengan a mí»? ¿ No fue el ser más puro en toda la historia de este Planeta quien predicó el amor al prójimo y el respeto a la vida – animales incluidos- la paz, la libertad, la justicia, la unidad, la igualdad o la fraternidad?… ¿ No habló de la misericordia y amor de Dios, que vive en cada persona aunque su ego intelectual no lo reconozca? ¿Dónde está en la Iglesia todo eso?
18 de Julio 20121
Nota del autor: “Historia criminal del cristianismo” es un libro del historiador alemán k. Deschner. En varios tomos da cuenta de las fechorías de los falsos cristianos de Iglesia desde muy antiguo, con sus papas guerreros, misas negras, crímenes sexuales, prostitución, asesinatos, y un sinfín de hechos- algunos, pocos conocidos- que muestran la verdad de esta Institución.