Jacques Rancière au milieu de la mêlée
Por Iñaki Urdanibia
«No se trata de desesperanza. Es una tensión profunda. Mucho trabajo futuro para quien no quiere morir idiota. ¡ Y peor para los que estén cansados»
Jacques Rancière (Alger, 1940)no vive encerrado en una torre de marfil, sino que interviene en los acontecimientos de actualidad, opinando, criticando, siempre con el horizonte de la emancipación con el método igualdad por delante, no esperando que esta llegue en el gran día sino reclamándola, y tratando que se aplique, desde ya; su compromiso sigue el molde por él expresado: «frente al porvenir que se perfila, es urgente que los intelectuales que no se resignan a prestar su voz al discurso del Estado o de la mercancía organicen otras formas, otros lugares.de expresión y de circulación de ideas; que se den, lejos de los caballetes del poder intelectual y del pensamiento mercantil , el tiempo de estudiar de lo que hablan, con la pretensión de escuchar las palabras venidas de otros lados; que se acuerden de que el pensamiento libre no es un atributo de su profesión sino el producto de todas las rupturas que rompen el orden represivo», y a tal vía permanece fiel, incombustible, como si hiciese suya aquella aseveración de Voltaire: seguiré diciendo lo mismo mientras no cambiéis de actitud.
Ahora ve la luz, de la mano de La Fabrique éditions, una recopilación de artículos, más de una treintena, bajo el título de «Les trente inglorieuses. Scènes politiques». Las intervenciones pertenecen a diferentes artículos publicados en distintas publicaciones, entre ellos algunos cuya publicación fue rechazada por Le Monde o por Libération, o a conferencias pronunciadas en diferentes foros entre 1991 y 2021. Los artículos está agrupados en tres bloques, recogiendo algunos que anteriormente ya habían visto la luz en otra recopilación anterior. Moments politiques. Interventions 1977-2009; los bloques de los que hablo son: El racismo de arriba, La no-democracia en América y Los presentes inciertos.
El periplo se inicia con el momento en que coincidiendo con la caída del muro berlinés y del bloque dicho socialista, Francis Fukuyama proclamó el fin de la historia, lo que venía a suponer según su visión hegeliana retocada para la ocasión, que ya no quedaba otra que la unión en torno al modelo americano, con sus valores y su democracia liberal, siendo el consenso el nuevo camino a seguir más allá de las diferencias, las contradicciones, los desacuerdos y los enfrentamientos. Los tiempos transcurridos desde entonces no han dado la razón a la profecía, no solamente debido a los enfrentamientos persistentes entre etnias y religiones, sino también a los conflictos internos que se dan en los propios países dichos occidentales.
Rancière señala, y cumple, que no es de la opinión tan extendida que ciertos acontecimientos sonados o crisis potentes vayan a suponer un cambio en la marcha de las cosas: así, por tomas un par de casos destacados, tanto en el caso del derribo de las Torres Gemelas como en la actualidad, con la pandemia, se ha solido mantener que supondrían una variación o giro, a partir de los que los humanos aprenderían las pertinentes lecciones y dejarían de vivir como hasta entonces; como digo, Rancière, no comulga con tal esperanza o promesa sino que afirma que tras esos hechos traumáticos, la vida seguirá igual, como antes. Los dos casos nombrados han sido interpretados, además, como ataques exteriores, lo que conlleva tomar una serie de medidas que protejan nuestras sociedades de las peligrosas invasiones, haciendo que las medidas de excepción adoptadas, que han venido para quedarse, vayan acompañadas de unas llamadas al refuerzo de la identidad, con la falaz lógica de que todos vamos en el mismo barco, favoreciendo la máquina consensual, que no supone la paz prometida, ya que dentro de estas supuestas comunidades armoniosas siguen existiendo disensiones y luchas. Así, las intervenciones presentadas ponen en solfa las ideas dominantes, extendidas desde los ámbitos de los gobiernos y de no pocos medios de comunicación con sus intelectuales, muchos de ellos provenientes de las filas de la izquierda, que vocean las bondades del sistema actual, como el mejor de los mundos posibles, modelo de pensamiento adulto, frente a las voces del disenso que son tachadas de infantiles, y ancladas en tiempos pasados; estas descalificaciones amplían sus efectos a cualquiera que discrepe de las ideas al uso, siendo consideradas como contrarias a los aires de los tiempos, que son los que son, y son buenos donde los haya. No se priva Rancière de desvelar nombres propios de algunos intelectuales mediáticos (los nuevos filósofos Gluksmann & B.H. Lévi, o los Finkielkraut et compagnie) y sus posiciones en diferentes casos en los que se han opuesto a huelgas y movilizaciones al ser juzgadas contrarias a los valores de la République, y presentadas como muestras de individualismo y de no seguir la dirección marcada por el presente, como si se tratara de una ley natural, cuando de hecho no son más que la defensa pura y dura, aunque sea con ropajes sofisticados, del statu quo, que es según los criticados el orden natural de las cosas, encarnadas con el calorcillo consensual. La lógica seguida y a veces reivindicada es deudora de la vulgata marxista que en su tiempo defendieron: el del necesario curso de la historia, ahora encarnada en los valores republicanos, a la que se suman los encasillamientos, aprendidos en sus trayectorias leninistas/estalinistas, empleando etiquetas como populismo, islamogochismo, etc., etiquetas que sirven para todo en sus abundancia amalgamadora, y que curiosamente son utilizadas, todos juntos en unión, tanto por la derecha extrema como la izquierda elegante, en una aplicación neta y clara del odio a la democracia de la que anteriormente habló en una sobresaliente obra del mismo título, ya que la democracia defendida por los gobiernos y sus voceros, de uno u otro signo, es la que distingue entre los patricios, civilizados, y los plebeyos, chillones, que no se atienen a las normas y las formas, y como ejemplos de tales sujetos intempestivos, los inmigrantes, los árabes, y de quienes defienden sus derechos; reiterando lo que reitera Rancière, el papel destacado que en ello juegan algunos antiguos izquierdas, «uno de los aspectos más destacados de estos treinta ingloriosos es en efecto al aporte decisivo aportado a los poderes de derecha y a las ideologías de extrema derecha por amplios sectores de una intelligentsia de izquierda que ha transformado sus esperanzas decepcionadas en un formidable resentimiento contra todo lo que les había alimentado».
Jacques Rancière se zambulle en temas de candente actualidad como el racismo, algunas luchas como las ocupaciones, Nuit Debout, algunas sonadas huelgas, la ley del velo, etc. y desmonta los argumentos torticeros que se emplean para criticar o defender las leyes del poder y sus epígonos. Es obvio que tanto en el primer bloque como en el tercero, el escenario es en lo esencial el propio de la actualidad hexagonal, de modo y manera que se da espacio igualmente a la reivindicación del mayo del 68 y las críticas a los críticos de tal movimiento, al reducirlo a una mera algarada de jóvenes, al mantener que los valores que defendían fueron adoptados posteriormente por los sucesivos gobiernos liberales y demás zarandajas, aireadas por antiguos protagonistas de las movilizaciones o por los Sarkozy de turno. Afiladas son igualmente las críticas a la profusión de leyes ad hoc y reglamentos, muy en concreto las retocadas y referidas a la inmigración, que contradicen los principios claves de la République y que suponen una clara limitación de los derechos de los ciudadanos. Desmonta igualmente el bulo que se extendió al ver detrás del programa electoral del PSF, su mano…mano que bien lejos está de tales pagos ideológicos, del liberalismo de pretendida izquierda, del mismo modo que responde a las acusaciones de espontaneísmo que le dirigió Slavoj Zizek…
En lo que hace al dominio internacional, como es obvio no faltan las referencias a la guerra /invasión de Iraq, al consenso plutocrático de los USA, la irrupción de Donald Trump y el consenso identitario que es puro humo, a larse una división del país en dos partea claramente enfrentadas, hasta el punto de que tanto las sagradas elecciones o los sacrosantos textos constitucionales son arrojados al guano en la medida en que no vence la postura propia, que es la representante de la auténtica América, encarnado en la toma del Capitolio.
Y en todo momento la reivindicación de la política, como enfrentamiento continuo para definir la situación y marcar el camino a seguir, frente a la policía (conste que no se refiere a la del casco y la porra y su labor represiva) como forma de distribución y organización de los seres humanos, que «ordena la sociedad en términos de funciones, de lugares y títulos que deben ocuparse»; de la igualdad frente al elitismo de los sabios, y de la palabra, como forma de expresar los acontecimientos …«no hay teoría por un lado y, por otro, la práctica encargada de aplicarla. No hay tampoco oposición entre transformación del mundo y su interpretación…Hay textos, prácticas, interpretaciones, saberes que se articulan los unos con los otros y definen el campo polémico en el que la política construye sus mundos posibles», se leía en sus Moments politiques de hace doce años.
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+ Añado algunos artículos anteriores sobre obras del filósofo francés, publicados en esta misma red, pero inaccesibles hoy por hoy en ella, desde que fue saboteada; es por ello que recurro a las replicadas por los amigos de otra red
JACQUES RANCIERE Y LOS PENSADORES DESCONOCIDOS | LA ESCUELA DE GUAJARA
EL PRESENTE SEGÚN JACQUES RANCIÈRE | LA ESCUELA DE GUAJARA
Jacques Rancière, temporalidad, arte y política – altmarius
JACQUES RANCIERE, EL MÉTODO IGUALDAD | LA ESCUELA DE GUAJARA
+ Si alguien desea ver a Jacques Rancière explicando su propia obra, ahí va una jugosa entrevista:
Interdit d’interdire ⛔️ Jacques Rancière sur les «Trente inglorieuses» – YouTube