Jacques Rancière y los pensadores desconocidos

Por Iñaki Urdanibia

No le falta razón a Stéphane Douailer ( Jacques Rancière et la pluralité du monde habité in « La philosophie déplacée. Autour de Jacques Rancière » ( Horlieu Édicions, 2006; pp. 79 et ss.) al afirmar que las filosofías han de ser valoradas por los personajes que las pueblan y por los encuentros que provocan; tras nombrar algunos casos y sus particularidades , refiriéndose a Jacques Rancière indica que su obra está transitada por obreros y los encuentros que provocan, algunas de sus obras al menos, es con ellos, bajo la batuta del partage du sensible. Se puede confirmar lo dicho en obras suyas como La Nuit des prolétaires. Archives du rêve ouvrier (. Fayard, 1981), Le Maître ignorant. Cinq leçons sur l´émancipation intellectuelle ( Fayard, 1987), Courts voyages au pays du peuple ( Seuil, 1990), Les Scènes du peuple ( Horlieu, 2003) o la edición de una serie de textos de Gabriel Gauny ( 1806- 1889), El philosophe plébéien que ahora ha sido reeditado, en 2017, por La Fabrique; la obra hace tiempo que estaba descatalogada en su primera edición de La Découverte / Presses univérsitaires de Vincennes, 1985 ( con respecto a los avatares de tal obra se explica Rancière en la páginas iniciales de la actual edición).

Tras su colaboración con Louis Althusser y la ruptura con tal maestro, Rancière se volcó en la labor que desempeñó en sus Révoltes logiques, hurgando en los archivos de la clase obrera; tarea que deja ver el contagio de los trabajos archivísticos de Michel Foucault. Alejándose de la visión cientista y leninista de su maestro Althusser, su travesía puso especial énfasis en reivindicar la capacidad de los trabajadores para pensar y escribir sin tener que recurrir a las lecciones de los pensadores de oficio. Partiendo de esta igualdad, su trabajo se encaminó al descubrimiento de personajes olvidados de la historia de la emancipación: ocupando especial papel la figura del revolucionario Joseph Jacotot , quien en 1818 comenzó a sembrar el pánico en la Europa de los sabios no solo por sus escritos sino también por su lecciones de literatura francesa en la universidad de Lovaina; este personaje partía de que todos los hombres tienen una inteligencia igual, y que la enseñanza , como la libertad, no se da sino que se toma. A este trabajador-sabio, le siguieron otros seres semejantes que Rancière descubrió en su impenitente trabajo de archivista: Jérôme- Pierre Gilland, Julie Fanfernot, André Troncin, Charles Pénnekère…herreros, tejedores, costureras, pintores, o carpinteros como era el caso de Gabriel Gauny, que es la que provoca estas líneas.

Podría afirmarse que la tendencia mantenida por Ranciére queda expuesta de manera explícita en su Le philosophe et ses pauvres ( Fayard, 1983) que en cierto sentido es un texto programático, una especie de aproximación metodológica de la visión del pensador y de su posterior quehacer. El propósito expresado por el autor es el de acabar con el privilegio que hace que el saber/ la filosofía sea terreno particular de algunos elegidos, mientras que la plebe no puede, ni debe, entrar en ese espacio acotado desde los tiempos de Platón ya, que entregaba el saber y el poder a los filósofos-gobernantes. Esta senda , con sus más y sus menos, fue continuada por los Karl Marx, Jean-Paul Sartre o Pierre Bourdieu , y…por todos los seguidores de estos ( en más de una ocasión Rancière ha mostrado su desacuerdo, en este orden de cosas, con Alain Badiou). Del filósofo-rey al sociólogo-rey, pasando por las posturas que identifican proletario con partido, o que reservan el protagonismo del proletariado para un futuro luminoso, siempre postergado, y mientras tanto…la conciencia de clase exportada desde afuera de la clase como propusiese Vladimir Illich Ulianov, alias Lenin, influenciado en esto, por Karl Kautsky.

Volviendo a la recopilación de textos que provoca estas líneas, se nos brinda el acceso a los escritos, con afilado mordiente de un hombre que no pertenecía a la intelligentsia y en consecuencia daría por pensar en principio que no estaba llamado a escribir, metiéndose en esos berenjenales propios de los profesionales del saber ( los patricios de la cosa), como en su momento las mujeres que tenían prohibido el campo de la escritura, terreno exclusivo de los hombres ( en masculino). Como un cazador furtivo, Gabriel Gauny, el carpintero abandona su taller, o mejor compagina su trabajo en éste con los trabajos del pensamiento ( de práctica teórica hablaba el otro) y otras actividades no apropiadas, por el pensamiento dominante, a su condición, sin recurrir a un proyecto pre-determinado, ni a una obediencia al comisario o al clérigo de turno , encargado de señalar el camino apropiado, Gauny explica su vida, no solo lo agobiante de su jornada laboral y la de sus compañeros de fatigas– que también- sino su tiempo de placer, de entrega a sus gustos sensuales e intelectuales, y pone con tal acción la emancipación en acto, al desbordar los límites y las condiciones impuestos. Ya desde Platón se consideraba que los trabajadores no debían disponer de tiempo para ellos ya que al fin y a la postre su destino era trabajar y obedecer, pues bien – como señala Rancière en el prefacio a esta nueva edición- « la emancipación obrera no es el horizonte prometido al término del combate. Es el acto que la comienza; el acto inusitado que consiste en tomar el tiempo que no se tiene. Es ahí en donde la igualdad y la desigualdad se juegan de manera más radical ».

La vida de este carpintero saint-simoniano – que lo era a su modo y manera y solamente de forma temporal, pues el hombre no era carne de programa y ortodoxias, ni le gustaban los sargentos de la utopía– no era como la de otros que habían ascendido desde su terruño local a ocupar el puesto de diputados o similares, sino que Gaury permaneció durante toda su vida anclado en su barrio , en el faubourg Saint-Marceau, ocupándose de su trabajo y de sus tareas –digamos que – de agitación ( véase su discurso en el Club de la organización de los trabajadores, en 1848, en ruptura con la domesticada organización puesta en pie por la patronal) y de disfrute desde que desde joven fue deslumbrado por una iluminación que le conducía más allá de su propia condición, al mundo de los sueños en un mundo mejor, ya que en el del trabajo halló el infierno y la tabla de salvación le llegó de la mano de la filosofía que le fue contagiada por un amigo, Jules Thierry; desde ese momento su entrega a ese amor a la sabiduría que combinaba con la emancipación personal- al salirse del marco pre-establecido, como queda dicho, ya desde Platón ( zapatero a tus zapatos)- y la colectiva, en un combate que no tiene fin entre el viejo mundo y el mundo del futuro. Este asentamiento que nombro no quita para que se desplazase a diferentes lugares del territorio hexagonal: así a Lyon en donde no duró excesivo tiempo en la empresa, por su comportamiento discordante ( mostrando su incapacidad disciplinaria) y crítico con los dirigentes, a pesar de que estos proviniesen del campo del saint-simonismo que postulaba una tríada inequívoca: Industria, Proletario y Mujer. Tras el amigo que impulsó sus afanes, vinieron otros como Pierre.Simon Balanche, Enfantin…), que le ayudaron a buscar trabajos o a difundir sus escritos

Todo esto es lo que podemos ver en esta recopilación de textos escritos entre 1830 y 1880, que reúne los llamamientos a los obreros, la descripción del infierno del trabajo, la economía de la libertad y las cartas a sus amigos, entre quienes se hallaba la combativa George Sand; esta correspondencia indica la existencia de un grupo de simpatizantes de la emancipación y de los gustos refinados, por parte de algunos obreros que se habían apartado de los roles que se les asignaban, propios de otras clases mejor situadas., el mismo modo que sus escritos nos entregan retazos autobiográficos de su ajetreada vida laboral y de sus gustos filosóficos y poéticos. El tono general es el de una rebeldía sosegada, lo que no quiere decir timorata sino basada en la paciencia y la confianza, que no da cuartel a los explotadores y que no se priva de desobedecer a las órdenes cuando éstas son injustas ( construcción de prisiones, obras que destruyen la naturaleza ) , del mismo modo que evitando caer en las redes del consumo que encadenan a los trabajadores al orden existente. Su vara de medir de todas las decisiones políticas o económicas es la de una contra-economía de la libertad, que supone que ésta ha de ser el modo de valorar cada decisión según la ampliación o limitación de la libertad que las normas decididas supongan. Su horizonte esperanzado residía en que todo podía ser cambiado y ello se debía traducir en una emancipación que supusiese la emancipación obrera, plasmada en la posibilidad para todos de acceder a los placeres de la filosofía ( «los bellos entretenimientos que poseía han elucidado en mí la santa igualdad en su razón pura y desencadenado el rebelde ») .

Y su propia vida , como queda señalado, era una puesta en práctica de esta liberación de los encasillamientos que castran y limitan la libertad de los trabajadores al encerrarlos dentro de su mundo laboral y mantenerlos en unos modos de existencia absolutamente marcados por las pautas y ritmos de la producción. Para Gabriel Gauny el futuro ya está aquí y ello tomó cuerpo en su vida y en sus dedicaciones que impulsaban su « alma hacia el infinito », empujándole a rechazar la lógica y las consignas de los explotadores de todo género; negando los supuestos determinismos de la herencia que suponen privilegios, mas siempre mostrando su lado «bárbaro , muchos más revolucionario que organizador» .

Y Jacques Rancière desentierró a este desconocido e intempestivo personaje de los archivos de la Bibliothèque municipale de Saint-Denis…y nos lo entrega para nuestro conocimiento del lado silenciado del pensamiento, que hasta su recuperación se mantenía en el terreno confidencial de los investigadores; nos pone ante nuestros ojos lectores el pensamiento – mejor los pensamientos- de este hombre que pensaba el presente y el futuro en clave de fraternidad, de amistad, de respeto a la naturaleza y a los animales ( hasta puntualizaciones en lo que hace a los hábitos alimentarios asoman), y que no se privaba de entrar en incursiones en la ecología avant la lettre, la estética…con ciertos resabios que asemejan su discurso a los de Sócrates, Diógenes, Marco Aurelio o Lucrecio

Una reivindicación de la igualdad, muestra de una permanente lucha contra las diferencias y papeles sociales y culturales reservados a los diferentes estratos de la sociedad, lo que conduce a una democracia elitista en la que quienes reivindican, un día sí y otros también, desde arriba, desde posiciones dominantes, en uno u otro ámbito, el valor de la actual democracia, no hacen sino mostrar de manera destacada un odio hacia ella ( la haine de la démocratie ) en la medida en que alguien se salga de la fila del orden consagrado por los poderes.

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