La escrutadora mirada de Margaret Atwood

Por Iñaki Urdanibia

Nombrar a la eterna candidata al Nobel, la escritora canadiense, nacida en Ottawa en 1939, y asociarla al feminismo, al ecologismo y a algunas célebres obras como El cuento de la criada ( Una distopía femenina de Margaret Atwood | Kaos en la red ) o a su viaje por al XIX, Alis Grace ( B, 1998); si en la primera presenta una distopía en la que la mujeres son matrices con patas, la segunda nos introduce en las investigaciones relacionadas con un asesinato, su supuesto culpable y la amante del considerado culpable, el mozo de cuadra, que se hace pasar por una inocente criatura, por no referirnos a La mujer comestible, Ojo de gato, o sus versiones de algunos personajes clásicos como Penélope y las doce criadas o La maldición de Eva ( * ) .

En esta ocasión, se publica un libro de relatos con significativo título: « Nueve cuentos malvados », recién publicado por Salamandra. No es la primera vez que la escritora se expresa en este género: ahí están sus doce cuentos reunidos en El huevo de Barba Azul ( Martínez Roca, 1990) o sus otros doce incluidos en su Chicas bailarinas ( Lumen, 1998), del mismo modo en que no son nada nuevos los aires de familia que mantiene con los anteriores; estamos ante temas en los que las mujeres son protagonistas, activas o malgré-elles al ser convertidas en seres pasivos de los que otros, masculinos, se aprovechan. En la presente ocasión nos movemos en medio de elfos, enanos de jardín y de carne y hueso, muertos que están más vivos que algunos vivos, vampiros ( Sueño con Zenia, la de los colmillos rojo brillantes) y escritores de obras de no mayor relevancia.

En los doce coincide que estamos ante gente con ya bastantes años de existencia, que viven en medio de los recuerdos, de los sueños y ensoñaciones que les empujan a revivir historias y personajes de otros tiempos: los tres primeros conservan cierta relación entre ellos, ya que presentan a una escritora que sin mayores pretensiones ha ido creando tenazmente un mundo ficticio , Alphinlandia – especie de refugio para desubicados de distintas índoles- , del que sus amigos, unos gorrones de tomo y lomo se ríen por la baja calidad de lo escrito, al tiempo que se hinchan a cervezas a costa del dinero que ella saca con la publicación de diversas entregas. Un encumbrado poeta, no se sabe muy bien a santo de qué, a no ser a causa de su desmedido ombligo, vive y mamonea de ella, hasta que es descubierto en flagrante delito de cambio de pareja…Tiempo después el poeta ha fallecido y en torno a su tumba se reúnen viejos amigos y una encornudada dama que no pierde la ocasión para calentar el ambiente…Gavin Putman es el poeta, Constance, viuda, la escritora que ha alcanzado una notoriedad extraordinaria con sus despreciadas historias , Reynolds la segunda amante, Ewan el que trata de servir d freno a la indómita y resentida y triunfante Constance… Una excepción al tono general de los relatos es el narrado en Lusus naturae en donde una singular chiquilla a la que le crece el pelo por todas las esquinas, y es el temor o la risa, dependiendo, de quienes tratan de huir de su compañía…Entre animal y enfant sauvage, tras varios intentos, al final la joven será convertida en objeto de exposición como rareza.

Avanzamos en pagos de borrosa delimitación entre el sueño, las alucinaciones, las voces de ultratumba que guían la existencia de los vivos. Siendo común, comme d´habitude, la presentación de hombres pagados de sí mismos y mujeres triunfadoras ante los pegotes de los anteriores. La mano muerta te ama, trata de un escritor que trata de publicar su obra que lleva el título que da nombre al cuento, manuscrito que es rechazado de manera taxativa por el editor que no se priva de dar su opinión de que aquéllo es un verdadero bodrio, la accidental pérdida, no obstante, del manuscrito va hacer que las cosas den la vuelta apareciendo de modo absolutamente diferente a como era de esperar. Conocemos también a unos ancianos que escapan del centro en que están encerrados, con la magnífica carambola de que lo hacen en el mismo momento en que unos jóvenes le prenden fuego…A la hoguera con los carcamales. Tampoco faltan las tendencias peterpanescas de rendir culto al cuerpo y a la juventud, que asoman en La Dama Oscura…sin obviar el relato en el Colchón de piedra , escrito en un crucero al Artico, recreación de un crimen perfecto , elaborado en la navegación para divertimento de los viajeros…realmente malvado y bien pensado y tratado; aspecto de intriga que tampoco falta en El novio liofilizado.

Humor ironía y un sarcasmo afilado no impide que la canadiense dé muestras de una honda piedad hacia sus personajes y sus locuras, como si la vejez todo lo curase y los choques de otros tiempos puedan arrostrarse posteriormente sin huellas indelebles y duraderas en sus resquemores… lo que no impide que ciertas venganzas se sirvan frías, bien frías. Igualmente deja clara su maestría para transitar con familiaridad y destreza por diferentes géneros, sin mostrar flojera alguna…thriller, historias de éxitos y fracasos literarios con caídas y encumbramientos, realismo sucio, misterio, vampirismo, etc., etc., etc., todo es transitado con sagaz elegancia por la escritora canadiense.

La editorial Salamandra anuncia la publicación, a principios de este mes, bajo el título de Testamentos, de la secuela del El cuento de la criada

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( * ) Transcribo aquí un fragmento de un artículo en el que hablaba de ella y su obra bíblica:

+ Margaret Atwood

<<La maldición de Eva>>

Lumen, 2006.

Si Eva fue la culpable del parto con dolor y del sudor de la frente, por tentar al bueno y obediente Adán que andaba por allá, sin mayores problemas ni preocupaciones, su segunda esposa,Lilit, le salió más rana todavía ya que ella le dio como descendientes a cantidad de demonios. Y siempre así,de mal en peor a lo largo de la historia, siempre la mujer como tentadora, como accidente-como las tempestades, por ejemplo- para el apacible hombre(masculino); el hombre activo, protagonista, viajero, la mujer como obstáculo y como sustancia no pulida, por excesivamente cercana a la naturaleza. La lista sería larga, desde el poema de Gilgamés en el que la mujer es utilizada para enredarlo todo, pasando por la Pandora de Hesíodo, que lo lía todo, a las sirenas que cautivan y engañan con sus cantos al viajero Ulises, o Calypso,o…más tarde vendrían las brujas; además ahí tenemos las abundantes palabras de las siempre juiciosas boquitas masculinas de, por ejemplo, un san Pablo, unos judíos ortodoxos-que hoy todavía-siguen dando gracias a Yaveh diariamente, entre otras cosas, por no haberles hecho mujer, o uno de los prohombres del islam, Alí, que hablaba de que Alá había dado a las mujeres nueve partes de sexualidad más que a los hombres…lo cual lleva al comportamiento desbocado de éstas, y, en consecuencia, a las medidas que con respecto a ellas se han de tomar para evitar el desastre de los seres masculinos…velos, escisiones, infibulaciones… para esos seres vilipendiados por los hombres, hasta por los considerados más sabios, como hombres incompletos(Aristóteles), por su incapacidad para alcanzar la autonomía personal y la ilustración(Kant), por la correspondencia de sus cabellos largos y las ideas cortas(Schopenhauer),…o por el brutal consejo nietzscheano de que cuando se vaya con ellas es necesario llevar el látigo…¡y no sigo!

Una mujer escritora

La canadiense Margaret Atwood, como siempre que publica, nos entrega unas brillantes y sagaces prosas, que se convierten en verdaderas lecciones-no en el sentido académico- sobre la escritura, sobre ésta relacionada con la particularidad de ser mujer, sobre algunos escritores a los que admira, o por los que se ha visto influida(Orwell), y también comprometidas tomas de postura contra la guerra emprendida por sus vecinos del sur(téngase en cuenta su nacionalidad canadiense), carta en la que expresa una contradictoria relación de amor-odio, al igual que su compatriota Neil Young en su ultimo disco.

Estos materiales recopilados –es la primera vez que se publican por aquí ensayos de Atwood- recogen conferencias, respuestas a algún cuestionario, análisis literarios y alguna carta. Si ya en el género novela la canadiense había demostrado, con creces, su buen hacer, en la presente ocasión, y en este otro registro, desarrolla su prosa dando cuenta de sus reflexiones que nos hacen penetrar en aspectos autobiográficos en lo que hace a su elección de profesión, en la elaboración de su obra, en el esencial factor de ser mujer, tanto en lo que hace a las desventajas que ello acarrea para ciertas profesiones como el punto de mira de cara a la creación de personajes. Con brillantez, pues, nos hace rastrear con ella algunos ejemplos de literatura, y personajes, debida a mujeres; destaca el papel de guía otorgado al ya mentado autor de <<1984>>, en su honestidad y en su no casarse con nadie(en lo que hace a pertenencias ideológicas, claro), y siempre una voz irónica, lúcida y rebelde, la de esta autora con la que uno nunca se aburre; unos temas serios tratados seriamente mas con un tono que invita a la misma carcajada..

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