Marca España: los nuevos submarinos que no flotaban, tampoco caben en el puerto y cuestan el doble de lo presupuestado

Esperpéntico. Made in Españistán. De chiste si no fuera por lo que ha costado la broma: 4000 millones de dinero público, de momento. De ese que no llega para las pensiones, la sanidad, la educación… Y el PSOE (¿dónde está el cambio?) que da continuidad al proyecto del PP. 

Los nuevos submarinos de la Armada no caben en el muelle de Cartagena

Continúan los problemas en la Armada española. El submarino S-80 Plus, el mismo que tuvieron que alargar 10 metros de eslora para solventar su incapacidad de flotar, no cabe, literalmente, en las fosas de atraque de la base naval situada en Cartagena (Murcia) por lo que el Ministerio de Defensa invertirá 16 millones de euros extras para adecuar los muelles al nuevo submarino.

Cada uno de los cuatro S-80 Plus pasará a costar unos mil millones, lo que significa prácticamente el doble del coste inicial previsto. En los próximos días el Ministerio de Defensa deberá aprobar el techo de gasto del proyecto en 1.772 millones, que sumado al presupuesto inicial de 2.132 millones se traduce en un total de 3.907 millones.

La ministra de Defensa, Margarita Robles, reconoce que “ha habido deficiencias en el proyecto”, pero asegura que “ya están corregidas y que el proyecto es absolutamente viable”.

El Gobierno de Mariano Rajoy, encargado de iniciar el proyecto, dejó preparado el expediente para aprobar la modificación del coste de los S-80, pero no llegaron a aprobarlo. Así que será ahora el Ministerio dirigido por Margarita Robles el que deba asumir el trámite con urgencia para que no se paralice la construcción.

Para que los cuatro submarinos que prepara la Armada española entren en la base de Cartagena será necesario dragar y alargar las fosas. La previsión es que esta obra le cueste a las arcas públicas unos 16 millones de euros, lo que sigue elevando el sobrecoste del proyecto.


Fuente: Agencias


 

El submarino de Gila

David Torres

No importa que en España llevemos un montón de años sin Miguel Gila porque en España el ministerio de Defensa sigue contestando al teléfono. Tras el paso de Pedro Morenés y de María Dolores de Cospedal por el cargo, aquel monólogo delirante de Gila sobre cañones que venían sin agujero y un tanque que consistía en un enano subido a un 600 que insultaba en vez de disparar (“no mata, pero desmoraliza”) ha sido ampliamente rebasado por la realidad, no digamos ya por los presupuestos.

Morenés, un hombre que se vendía armas a sí mismo comprándolas con nuestro propio dinero (se calcula que el centenar largo de contratos que consiguieron sus empresas durante su etapa como ministro nos acabaron costando más de 115 millones de euros), podría incorporar sin demasiados problemas al señor Emilio, el encargado de la fábrica de armas, a quien Gila llamaba para hacer las reclamaciones. “¿Está el señor Emilio, el ingeniero? Que se ponga”. El proyecto del submarino español, el S-80, ya fue el hazmerreír en los círculos internacionales de construcción naval hace cinco años, cuando se descubrió que aquel diseño, desarrollado por Técnicas Reunidas y Abengoa, y presentado a bombo y platillo por Morenés y Navantia como “el más avanzado del mundo” tenía un pequeño inconveniente: era muy grande sí, pero no flotaba.

Gila lo había profetizado décadas atrás con precisión milimétrica: “Otra cosa. El submarino que mandaron el martes: de color, divino, pero no flota. Nada, lo echamos al fondo del mar después de comer y todavía no ha subido. No me diga que era un barco, con el trabajo que nos costó hundirlo. Pero con una cosa de ese precio se manda por lo menos un folleto”. Más de un lustro depués, el precio de esta divertidísima chapuza casi alcanza ya los 4.000 millones, el doble del presupuesto inicial, pero lo mejor es, efectivamente, el folleto. Cospedal, célebre por pulirse más de 4 millones de euros públicos en adecentar iglesias del ejército y alimentar curas castrenses, logró rizar el rizo del disparate con una sorprendente vuelta de tuerca. Con la falta que nos hacen los curas, ahora también los submarinos.

El moderno sumergible, rebautizado ahora S-80 Plus después de varios años de concienzudos análisis y mejoras (uno se imagina a los técnicos e ingenieros poniendo perdidos los planos entre litronas y bocatas de anchoas) ha solventado sus problemas de estructura mediante un aumento significativo -más de diez metros- en la eslora, la incorporación de 16 cuadernas y el aumento de desplazamiento hasta las 3.000 toneladas. Eso sí, se olvidaron sacar el metro. Con lo que ahora el submarino sí flota, pero no cabe en el muelle de la base naval de Cartagena, de manera que habrá que dragar y ampliar las instalaciones, lo cual nos va a salir por otra broma de 16 millones de euros.

No estoy muy seguro de si hay que decir “el submarino no cabe” o “el submarino no entra”, supongo que depende del punto de vista del submarino o del muelle. Lo cierto es que el inequívoco perfil fálico del S-80 Plus ha desembocado en el gatillazo, como en aquella película italiana, El bello Antonio, en el que un hermoso joven regresaba a Catania para casarse con una muchacha de infarto sólo para dar mucha lástima. La impotencia parecía doblemente inverosímil ya que el marido era nada más que Marcello Mastroianni y la esposa nada menos que Claudia Cardinale. En sus memorias, Mastroianni contaba que el personaje terminó por rebautizar a un acorazado magnífico al que llevaron al desguace sin haber pegado un solo cañonazo ni haber entrado jamás en combate. Los italianos lo llamaron “Il bell’ Antonio“, aunque los españoles podíamos llamar a nuestro submarino “Nacho Vidal”, “Paquete de torero” o “Atraca como puedas”.

 

Fuente: Público

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