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Panamá: ¿La perla de los panameños o de los Eleta-Vallarino?
Sigue el robo de la oligarquía
Cuenta la historia que por estas tierras se encontró una gran perla que se convirtió en leyenda. Al sitio llegaron conquistadores como Vasco Núñez Balboa y Francisco Pizarro. En numerosos cestos, en la arena de las playas, los indígenas, bajo el mando del cacique Terarequí, tenían abundantes perlas. Por ello, a esas islas se les llamó el Archipiélago de Las Perlas. Entre las perlas encontradas estaba una de 31 quilates. Por ella uno de los expedicionarios, Pedro de Puerto, pagó 200 pesos. Arrepentido por lo que consideró una locura el precio, la vendió por la misma suma a Pedrarias de Ávila, fundador de la ciudad de Panamá, quien se la dio a su esposa, doña Isabel de Bobadilla y ella a su vez a la reina Isabel que la hizo parte de las joyas de la Corona. La perla se le conoció con varios nombres, “la huérfana”, “la viajera” y “la peregrina”. Este último nombre fue el más conocido. Inspiró a escritores y poetas como Miguel de Cervantes Saavedra y López de Vega, Luego de la invasión de Napoleón Bonaparte a España a principios del siglo XIX, su hermano José Napoleón se la llevó a París. Allí permaneció hasta que Napoleón III necesitó impulsar sus finanzas y se la vendió al inglés James Hamilton, duque de Abercorn. En 1969, en una subasta, el actor Richard Burton la adquirió por 37 mil dólares y se la regaló a su esposa, la afamada actriz, Elizabeth Taylor (“Cleopatra”), cuyo perro, un pequinés, casi se la traga. “En diciembre de 2011, tras la muerte de Taylor, se vendió en una subasta por US$11,8 millones a un comprador anónimo” (BBC). ¿Sería panameño?
A esas islas llegaron esclavos negros de África a pescar perlas y en ellas se escribieron gloriosas páginas. Muchos esclavos se rebelaron, entre ellos Felipillo. Estalló la lucha del cimarronaje.
Más de 500 años y la historia continúa
Hablamos de más de 500 años de una historia de codicia, avaricia, ambición, injusticias, saqueos, guerras imperialistas, de conquistadores, piratas y esclavos que todavía continúa.
En 2008, arribó a la isla de Pedro González, Guillermo Saint Malo Eleta (MEDCOM, Power Club), blandiendo un título de propiedad de 1971, de 37 años antes, y reclamando para él, su familia y socios, ese territorio ante los sorprendidos moradores cuyos ancestros habían vivido por cientos de años en ese apacible lugar.
Guillermo de Saint Malo Eleta, hijo de Mercedes “Baty” Eleta, la de: “¿El agua es gratis? ¿Tenemos el derecho humano del agua? Perfecto, anda al río y búscala”, aseguraba que en 1971, en plena dictadura militar, su abuelo, el magnate Fernando Eleta Almarán, la había adquirido por 40 mil dólares de una tal familia Pliset. Además, informaba a los pobladores que la isla no se llamaría más Pedro González, sino “Pearl Island” donde desarrollarían un lujoso complejo turístico.
Fernando Eleta Almarán fue un empresario, político e hípico. Propietario de RPC radio y televisión y otras reconocidas empresas. Siendo joven fue Ministro de Hacienda y Tesoro y Canciller en los Gobiernos liberales antes del golpe de 1968. Fue negociador de los tratados del Canal “3 en 1” rechazados por los patriotas luego que fueran revelados por Floyd Britton y sus compañeros en las Conferencias de OLAS y Tricontinental celebradas en La Habana, Cuba, en 1967.
Familias se apoderaron de valiosas islas
Eleta Almarán fue amigo de Omar Torrijos, a quien invitó a México para ver correr a su yegua “Quimera” en el Clásico del Caribe en diciembre de 1969. Allá lo sorprendió un golpe de Estado en su contra, obligándolo a retornar de inmediato a Panamá. Eleta le garantizó sus contactos para que Torrijos y su comitiva volvieran a Panamá en avioneta. El viaje se financió con los fondos de la Caja de Seguro Social (Ver: CSS, 80 años de saqueo oligárquico, FRENADESO, 2021). Torrijos fue rescatado por Manuel Antonio Noriega el 16 de diciembre de 1969. Ese día los militares y el PRD posteriormente lo recordarían como el “Día de la Lealtad”. La amistad entre Torrijos y Eleta se tornó más fuerte.
Los Eleta no fueron la única familia en beneficiarse de su relación con la dictadura y con intereses en las islas del archipiélago de Las Perlas. Gabriel Lewis Galindo adquirió y desarrolló el proyecto de Isla Contadora, un paradisiaco paraje del que dice que se enamoró luego que su yate “Casimiro” se accidentara allí en los 60. El nombre de “Contadora” tenía su origen en los tiempos de los piratas, porque era el lugar donde contaban el botín de las perlas que saqueaban. Los amigos millonarios de Lewis Galindo erigieron en ese sitio mansiones y él construyó el Hotel. Al lugar, que incluyó una playa nudista, iban celebridades como John Wayne, Cantinflas, Julio Iglesias, Elizabeth Taylor, la familia Kennedy y otros políticos y artistas. Fue refugio en 1979 del Sha de Irán y su esposa, por el que pagaron 14 millones de dólares que fueron repartidos entre los miembros del Estado Mayor de Torrijos, según su primo, el ex coronel, Roberto Díaz Herrera. Pero no solo fue centro de la farándula, también lo fue de eventos políticos (el acuerdo de Contadora) y de los capos mafiosos de la droga. El complejo hotelero fue declinando, luego que su último propietario, el empresario colombiano, Carlos Alberto Arango Duque, falleciera en un accidente aéreo. A Arango se le vinculó a los grupos narco paramilitares de Colombia.
Los Novey son otra de las familias que adquirieron islas en esa época de la dictadura militar. Se trata de la isla de San José, contaminada por los explosivos y armas utilizadas por el ejército norteamericano en prácticas y experimentos. Seguramente adquirida en otra gran “ganga”, el diario “El Mundo” de España la catalogó en 2011, la isla más cara del mundo. Se ofertaba por 217 millones de euros. Una isla similar, Pedro González, ya dijimos fue comprada por los Eleta por 40 mil dólares, 260 mil dólares actuales, o sea, 0.1% del supuesto valor de la isla San José.
En Isla Viveros, empresarios colombianos construyeron residencias, Introdujeron el sicariato y en una represión de la policía, el 16 de agosto de 2007, es asesinado el obrero del SUNTRACS, Luiyi Argüelles.
Estas son algunas familias beneficiadas de los que algunos llamaron el “proceso revolucionario”. Valga decir que en esas islas nunca rigieron en esta pandemia de la COVID-19 las medidas restrictivas del Ministerio de Salud. Los millonarios continuaron con sus viajes y fiestas en yates y villas como si nada estuviera pasando en Panamá y el mundo.
Los Eleta: “Esta isla se llama ahora Pearl Island”
Los Eleta arribaron con su sospechoso título de propiedad, amenazando e intimidando a la comunidad y advirtiéndole que, de pronto, ellos eran propietarios de todo un corregimiento con hermosas playas, invaluable flora y fauna, calles pavimentadas, iglesia, parque, centro de salud, perlas, corales, historia y cultura. Con la ayuda de los entes de seguridad (DIJ, SENAFRONT, Aero Naval, policía) emprendieron una persecución y represión contra los moradores. Hubo heridos hasta de bala. Se erigió una cerca electrificada para impedir el acceso a los humildes moradores que por cientos de años se dedicaron a la agricultura y a la pesca de subsistencia y a quienes los distintos gobiernos les negaron sus derechos posesorios. Derribaron árboles y destruyeron sembríos y casas. Los efectivos policiales y autoridades eran llevados a la isla en los yates de los supuestos propietarios para imponer el “orden”. La persecución fue tal que cuando los pobladores iban a tierra firme, Panamá o La Chorrera, a cumplir trabajos eventuales, citas médicas o visitas familiares, eran arrestados y llevados por meses a La Joya, La Joyita o al Renacer, incluido el suplente del representante de corregimiento. Eran las instituciones y los órganos del Estado al servicio de poder económico. Poco se conoció de esto, porque los Eleta, socios de los dueños de los grandes medios de comunicación, imponían la censura y el silencio.
Por esta isla, un corregimiento desde 1984 con cerca de 400 habitantes, dicen los Eleta que pagaron 40 mil dólares. Es decir, 6.60 dólares la hectárea, 0.0006 centavos el metro cuadrado. ¡Un momento! Dirán los aduladores del poder económico,. “Eso fue en 1971”. Pues bien, a los cálculos de hoy sería todavía una bicoca, 260 mil dólares, es decir, 0.004 centavos, menos de medio centavo el metro cuadrado por una isla de casi 60 kilómetros cuadrados. Es decir que, con menos de 10 meses de salario (26,600), Ricauter “Catín” Vásquez, administrador del Canal de Panamá, hubiese hoy podido comprar esta isla, mientras numerosas familias panameñas no pueden acceder a un terreno ni vivienda digna pese a haber trabajado toda su vida.
Lo peor es que, a pesar de este insólito atraco al Estado, los Eleta pretenden vender acciones por 232 millones a cambio de créditos fiscales por 10 años a los compradores. Es decir, entre los beneficios, la exoneración del impuesto sobre la renta en base a una ley de incentivos aprobada en este Gobierno del PRD de Laurentino Cortizo. Se busca así, dicen, incentivar y subsidiar a grandes empresarios y capitales transnacionales, mientras se critica y ataca programas de ayuda social a los pobres. En el caso de los Eleta, pretenden que seamos los panameños, luego de arrebatarnos una isla, los que financiemos su mega proyecto turístico Ritz Carlton Reserve. Así esta clase oligárquica-burgués parasitaria se ha enriquecido históricamente de las arcas del Estado.
Los Eleta y Alberto Vallarino
En este “emprendimiento”, los Eleta se asociaron al grupo Verde Azul, nada menos que de Alberto Vallarino Clement, siempre omnipresente en atracos y negociados de este tipo. Recordemos la estafa de Banistmo y la ley que impulsó para ello en el Gobierno PRD de Martín Torrijos. Él (también Stanley Motta), fue denunciado por su amigo Ricardo Martinelli, siendo Presidente y él ministro de Economía, de pagar solo un balboa anual de impuesto sobre la renta.
Los Eleta y Vallarino no están solos. Tienen como aliado al administrador de la Autoridad de Turismo de Panamá (ATP), Iván Eskildsen, quien antes de ocupar ese cargo fue vicepresidente de Finanzas de Grupo Eleta y de Verde Azul (Vallarino). En entrevista a La Prensa dijo que quien lo recomendó para ese cargo fue el yerno de Cortizo, Juan Manuel Henríquez, gerente de la Hacienda Santa Mónica, que Alberto Vallarino Clement le quitó a los niños pobres de Panamá.
También los Eleta tienen el apoyo legal de la firma Morgan y Morgan, la misma de Panamá Ports y Cobre Panamá. Así como de Ernesto Orillac de la Cámara de Turismo de Panamá (CAMTUR) y de José Ramón Icaza Clement, presidente de la Cámara de Comercio, Industrias y Agricultura de Panamá (CCIAP), pariente y socio de Alberto Vallarino Clement.
Lo que vemos en la isla de Pedro González es lo mismo que ocurre con muchos asentamientos humanos. Panameños sin vivienda ocupan terrenos ociosos y baldíos por décadas y de repente aparecen dueños con supuestos título de propiedad pidiendo su expulsión. “Invasores” les llaman y de eso se hacen eco los medios de comunicación como los de propiedad de los Eleta, Motta y Eisenmann, la dictadura mediática, y las autoridades de estos gobiernos que le quitan a los pobres para darle a los ricos, ordenan la represión.
Así nos roba esta clase oligarca, mientras panameños con contratos suspendidos deben realizar trabajos forzados para obtener un mísero bono en pandemia.
FRENADESO
FRENTE NACIONAL POR LA DEFENSA DE LOS DERECHOS ECONÓMICOS Y SOCALES
Panamá, 11 de agosto de 2021.
Dedicado al compañero Bolívar Barría en los 35 años de su desaparición física.