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Paul Klee
En un libro del filósofo neerlandés de origen sefardí, Spinoza (1632-1677), al pie de una de sus páginas aparecía el dibujo de un pequeño triángulo. La línea horizontal de su base se prolongaba hacia un lado, saliéndose de cuanto era el triángulo. Como mi ignorancia en geometría no conoce límites mayores, solo vi sobre el papel la figura de un triángulo extraño o bien rarito. Nada más.
Muchos años después, volví a ver aquel triángulo. Figuraba en un cuadro del pintor alemán, nacido en Suiza (1832-1940) Paul Klee. Fue en una muestra celebrada en Bilbao. Se trataba de una colección de obras de Klee, procedente del Museo Guggenheim de Nueva York. En la obra titulada Libro abierto, fechada en 1930, el triángulo de Spinoza activó mi memoria. La figura geométrica la había insertado Klee en la parte inferior de la obra, a la izquierda.
Desconozco si alguien había reparado en aquel coincidente hallazgo. No tengo noticia de verlo expresado en letra impresa. No siempre a quienes les interesa curiosear por los saberes filosóficos, están atentos al devenir del arte contemporáneo, y viceversa.
A partir de ese reencuentro, averigüé que el triángulo de Spinoza era un triángulo no pitagórico, conocido como triángulo acutángulo.
No sabemos qué motivos tuvo el pintor suizo para llevar el triángulo acutángulo de Spinoza a su propia obra.
No nos queda sino fantasear sobre la atracción de Klee acerca de esa figura geométrica. ¿La traslación buscaba juntar el tiempo pasado con el presente?
Si el espacio nos habita y el tiempo nos observa, ¿la elección de esa figura se convertía en observadora de cada uno de los espectadores?
Admitámoslo: el tiempo, como regidor a lo largo de nuestra existencia, nos mira a través de aquella figura.
Todo es posible al analizar las obras de Paul Klee. En ellas tiene cabida el enigma. Cada trazo de sus obras está cargado de Universo.
Del presente de 1930, podemos saltar al presente actual, y así nos es fácil ver reproducido el cuadro de Klee, poniendo lo siguiente en Google: libro abierto paul klee
Ahí aparece ese triángulo acutángulo, rejuvenecido por medio de uno de los artistas más enigmáticos del arte contemporáneo. Digo enigmático, porque su propuesta pictórica consistía en elaborar cada obra diferente a la anterior. Renunció a poseer una voz propia reconocida. La diferencia entre obra y obra lo hacía dotándose de una voz impropia. Trabajó bajo el enigma del no saber. Su quehacer correspondía al logro del saber de quien no sabía. La voz impropia, sin solución de continuidad, es la más propia de las voces.
Sigo. No se olvide que Paul Klee estuvo relacionado con la Bauhaus, en calidad de profesor. Hay en él un enseñante de guardia permanente. Les pide a los jóvenes no mirar hacia afuera de las obras. Fuera de ellas se halla instalada la bastardía del éxito, la fama, el dinero. El arte no es una meta, sino un camino, pavimentado de futuro, como el Ser es su hacerse.
[A mi amigo, el matemático Santiago Fernández, quien me descubrió el contenido de la palabra acutángulo]