Persistencia del desorden

En el aniversario del 15-M

En busca de otro orden que no sea el Nuevo orden Mundial, que es la continuidad y profundización del desorden general del mundo.

Miramos con nostalgia aquella primavera del 15-M, la del otro Mayo, del 68, o la primavera de Praga. Con la misma nostalgia que la primavera portuguesa de la revolución de los claveles. Con nostalgia, porque no tuvieron el verano que les correspondía a su entusiasmo renovador. ¿Por qué? ¿Se trata de una especie de maldición histórica?

La humanidad no termina de encontrar el camino de la justicia, la paz, la armonía y la alegría de vivir. Como especie, es un fracaso pese a los avances técnicos y al bienestar (decreciente, por cierto)  de los que se disfruta en algunas zonas del mundo. Y eso tiene causas externas tanto como personales, como se viene afirmando en estos escritos. Entre las externas se encuentra la agresión internacional contra los pueblos, eso que los poderes políticos y religiosos aliados en la sombra quieren imponer como ese  pretendido “Nuevo Orden”, que aspira a un gobierno único con  una sola religión en todo el Planeta. En esta dirección se están encaminando todos los gobiernos y todas las religiones bajo el impulso unificador de la más dañina a lo largo de los siglos: La Católica.

                  Entre tanto…

Las  crisis  económicas como la anterior del 2008, que provocan o consienten los poderosos, se suceden como el día a la noche. Sucesivas epidemias vienen apareciendo aquí y allá, como el ébola, el sarampión, la viruela, el SARS, la peste aviar, la peste porcina, la enfermedad de las vacas locas y ahora la pandemia del Covid-19. ¿Es casualidad todo eso, o estamos ante un serio deterioro del sistema inmunológico por los pensamientos negativos, los alimentos que ingerimos, el agua que bebemos y el aire que respiramos?

A este serio problema,  ese pretendido Nuevo Orden ¿da soluciones?…Si, las que venimos viendo. Sí, todas las que aseguren a largo plazo el poder de control sobre los pueblos  aprovechando su debilidad inmunológica, su debilidad espiritual a causa de las religiones, su individualismo gregario y consumista, y su falta de organización internacional para defenderse. Todo esto es tan real que asombra lo poco que se hace para darle solución, tanto persona a persona como en el conjunto de la humanidad. Y si esperamos que esa solución nos la dé el neoliberalismo de última generación, es que tenemos que hacernos mirar.

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