¿ Por qué somos responsables del cambio climático?

Las causas que no se mencionan

Algunos pueden resistirse a pensar que la energía colectiva que generamos a través de nuestros modos de pensar, sentir y actuar no tiene efectos sobre la atmósfera terrestre. Pero nuestros pensamientos son energía, y ninguna energía se pierde; nuestras emociones son energía y ninguno se pierde; y ¿ qué decir de nuestros actos?

¿CUÁL ES NUESTRA RESPONSABILIDAD EN EL CAMBIO DEL CLIMA Y EN LAS CATÁSTROFES QUE PRODUCE?Algunos pueden resistirse a pensar que la energía colectiva que generamos a través de nuestros modos de pensar, sentir y actuar no tiene efectos sobre la atmósfera terrestre. Pero nuestros pensamientos son energía, y ninguna energía se pierde; nuestras emociones son energía y ninguno se pierde; y ¿ qué decir de nuestros actos?…Todas estas energías, por la ley de semejanza, buscan campos energéticos afines que afectan en primer lugar al emisor, y luego al conjunto de la humanidad que está dentro de su “ onda de frecuencias” afectando  el conjunto al propio campo magnético terrestre, para dirigirse en busca de su lugar en los correspondientes planetas de energía semejante.

 En cuanto tomamos conciencia de la universalidad de  la ley de conservación de la energía y de la ley   de causa y efecto podemos  comenzar a sospechar que la relación  entre nosotros y el cambio climático es más compleja y concreta de lo que parecía en un principio. Ahora vislumbramos que existen más argumentos que los expuestos normalmente en los medios de comunicación  para provocar un fenómeno de semejantes dimensiones. Ahora tomamos conciencia de que todo lo que sucede en nuestro mundo, sin excepción posible,  tiene que ver tanto con nuestros desmanes contra los demás como con los desmanes contra el ser vivo llamado Tierra. Y este ser está reaccionando, dolorosamente para quien sufre las consecuencias.

En resumen: ¿Qué podemos esperar de no dar la vuelta?

Veamos nuestra idílica historia como especie: durante milenios nos  hemos matado entre nosotros; hemos cazado, exterminado, explotado hasta la muerte  y torturado especies animales; hemos  robado, violado, adorado ídolos, ofrecido sacrificios humanos, practicado el canibalismo y la esclavitud,  destruido los recursos de la tierra o envenenando el medio ambiente, albergando sentimientos negativos de odio, envidia, deseos de venganza y codicia, en nuestro corazón. No contentos con esto, hemos actuado incluso contra nuestras familias dañando a conciencia a personas próximas, y, fuera de ellas  exterminamos razas y  reducimos a cenizas a pueblos enteros y a comunidades de todo género por pensar  de forma distinta o tener algo que deseamos y queremos arrebatarle por la fuerza. En una palabra: durante milenios hemos estado  atropellando toda clase de leyes divinas y humanas sin que hayamos sido capaces hasta ahora de cambiar el rumbo.

 En cada época se repiten las mismas historias una y otra vez; y  cada día desde hace milenios emitimos sin cesar al cinturón magnético terrestre toda nuestra basura energética bajo formas de pensar, sentir y actuar contrarias al orden natural y espiritual. Esta  energía tiene una vibración y una frecuencia de onda que choca con la propia del Planeta, la altera y termina por llegar a un nivel de influencia capaz de producir respuestas de la entidad Tierra  como las que estamos viendo a diario.

Esta influencia perturbadora no  se detiene, sino que .por medio de las permanentes emisiones electromagnéticas interplanetarias cada Planeta emite y recibe sin cesar energías afines de otros astros debido a  la Ley de Semejanza. Este es el de modo cómo las emisiones negativas de la humanidad -potencialmente destructoras- acumuladas por el Planeta Tierra en su campo electromagnético, se convierten en material de intercambio. Y este es el modo cómo recibimos lo que nos vuelve, tanto la Tierra como  cada emisor humano, reforzando en ambos aquello mismo que se emitió.   ¿Qué podemos esperar los sembradores sino recoger la cosecha que nos corresponde? Algunos llaman a esto “destino ciego”, “casualidad cósmica”, “azar”…Y hasta «castigo divino»,  Como si el universo fuese un caos en vez de lo que es: un sistema ordenado de leyes inflexibles. Y nadie escapa a estas leyes por muy escépticos que seamos.

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