Puerto Rico. Prohibido Cantar: una historia sobre artistas carpeteados

La primera vez que escuché las palabras “carpeta” y “carpeteo” fue en una conversación con mi mamá. Corría el mes de septiembre de 1988, cuando le pedí permiso para ir con mis amigos a la conmemoración del Grito de Lares, actividad a la que yo nunca había asistido. Mi mamá en aquel momento me advirtió: “Ten cuidado si hay gente tomando fotos, pues si sales retratada en la primera plana de Claridad, de seguro te abren una carpeta.”. Yo era solo una adolescente y no entendía de qué hablaba mi mamá. Ella intentó explicarme qué eran las carpetas, pero, al parecer, tampoco comprendía muy bien de qué trataban. Eso sí, ella nunca creyó que el carpeteo se hubiese acabado. Recuerdo que le contesté algo así: “Ay, mami, no te preocupes… Además, ¿por qué la Policía investigaría a una estudiante de música? ¿Qué amenaza al gobierno puedo representar yo?”.

Solo un año antes, en 1987, el tribunal había ordenado el cese y desista de las prácticas de carpeteo de los llamados “subversivos”, realizadas por la División de Inteligencia de la Policía de PR. Faltarían todavía varios litigios más para que, finalmente, el caso se adjudicara a favor de las víctimas de represión. Años después, los expedientes comenzarían a entregarse a los carpeteados. Por diversas razones, más de siete mil carpetas y cien mil tarjetas de referencia no llegaron a sus dueños. Hoy, estos documentos permanecen en archivos públicos como evidencia de un trágico capítulo en la historia puertorriqueña.

En los cursos de historia que ofrezco, cada vez que hablo sobre la represión y el carpeteo, surge la misma pregunta: ¿Qué son las carpetas? Básicamente, las carpetas son crónicas de la represión política en un momento histórico, escritas por agencias gubernamentales desde la óptica del Estado. Cada carpeta de subversivo posee un alto valor como fuente primaria, pues no solo contiene la información personal sobre el carpeteado, sino datos de otros individuos y de actividades políticas, estudiantiles y obreras.

Hace unos siete años, cuando comencé a escudriñar estos documentos para redactar mi disertación doctoral, descubrí que las carpetas también contienen información sobre variedad de prácticas culturales. Asimismo, aparecen detalles sobre los medios de comunicación (prensa, radio y televisión) que difundían cualquier expresión cultural considerada subversiva por el Estado.

Al comenzar mi investigación, pensaba narrar solamente la historia del carpeteo de los músicos en Puerto Rico. En las carpetas de subversivos aparecen diversidad de confidencias relacionadas con la industria musical, plasmadas en frases como: “cantaron la canción que ellos llaman Canción Protesta” y “la vellonera de ese sitio tiene discos independentistas”. Para mi sorpresa, en las carpetas también encontré referencias a poetas, dramaturgos, artistas plásticos, bailarines y actores, tanto profesionales como aficionados. Las carpetas de la Policía de PR, así como las del FBI, contienen información sobre conciertos, obras teatrales, exposiciones de arte, canciones, bailes, grabaciones y producciones discográficas.

En estos archivos desclasificados, se refleja el constante acecho contra músicos puertorriqueños como: Davilita, Daniel Santos, Noel Hernández, Roy Brown, Pepe y Flora, Andrés Jiménez, Antonio Cabán Vale, Jossy Latorre, José Nogueras, Danny Rivera, Lucecita, Taoné, Haciendo Punto, Moliendo Vidrio y Los Rayos Gamma, por mencionar solo algunos de los más de cuatrocientos artistas profesionales y aficionados que encontré. Tanto los músicos, como muchos otros artistas relacionados con el teatro, el baile, la literatura y las artes plásticas, fueron carpeteados por su ideología independentista y por el contenido de su obra artística.

Originalmente, pensé delimitar mi investigación en la década de 1970. Nuevamente, cambié de parecer cuando, al indagar en expedientes más antiguos, encontré artistas carpeteados desde la década de 1940 hasta 1987, año del “fin” del carpeteo. Es así como la investigación cubre más de 40 años de represión del FBI y la Policía de PR hacia los artistas puertorriqueños.

A raíz de la publicación de la investigación bajo el título PROHIBIDO CANTAR, muchos ciudadanos que vivieron esos años de represión política, se han acercado a mí para compartir sus historias. Estas víctimas de la represión del Estado, quienes fueron clasificados como subversivos, han comenzado a “desempolvar” sus carpetas, a releerlas y a conversar sobre lo sucedido. Todos coinciden en que hay que hablar del carpeteo, sacarlo de la oscuridad de los archivos y traerlo a la luz de nuestros días. Esa es la única manera de lograr que nuestros niños y jóvenes comprendan la Historia de Puerto Rico que no nos contaron en la escuela.

Ah, y hablando de juventud, regreso ahora al relato inicial de mi adolescencia. Para quienes se preguntan si en 1988 mi madre tenía la razón, puedo asegurarles que ella se equivocó. Ese año, fui a la conmemoración del Grito de Lares y no salí fotografiada en la primera plana de Claridad… Tan solo aparecí, monoestrellada en mano, en el mismo medio de la página central (por favor, no se lo digan a mami).

 

 * Mayi Marrero. Se graduó de la Escuela Libre de Música de San Juan. Completó un Bachillerato en Música y una Maestría en Administración Pública de la Universidad de PR. Culminó un Doctorado en Filosofía y Letras en Historia en la Universidad Interamericana de PR. Se desempeña como investigadora y profesora universitaria. PROHIBIDO CANTAR es su primer libro, publicado por Mariana Editores. prohibidocantar@gmail.com https://www.facebook.com/prohibidocantar/

.

www.80grados.net/prohibido-cantar-una-historia-sobre-artistas-carpeteados/

 

NOTICIAS ANTICAPITALISTAS