Realidades que no conviene olvidar

ustedes ya saben. ¿ Y sus hijos?

Un breve repaso al significado del sistema capitalista y a su modo de manipular la realidad

De todas las cosas evidentes que está dejando esta pandemia- menos mortífera con todo que la famosa “ gripe española” que mató a cincuenta millones (más que la primera guerra mundial) – es la realidad de un sistema sanitario internacional débil por el exceso de recortes neo-liberales en instrumentos y número de trabajadores sanitarios,  a lo que se añade  la toma de posiciones de fuerza y control de los pueblos por los Estados, convertidos en amos y señores de la vida pública y privada de las gentes.

El virus pasará, como pasan todos, pero ¿quién nos asegura que pase lo demás?

Si este hubiera sido un experimento organizado del Poder Mundial, sus artífices no pararían de celebrarlo, porque los gobiernos han descubierto lo fácil que resulta hacer lo que les dé  la gana si se lo proponen. Ahora es un virus real lo que justifica  que nos confinen y se eliminen derechos. Mañana, ese virus de hoy  puede  ser otra cosa. Y  aunque esa cosa  no fuera real, sino inventada a conveniencia, si los gobiernos se empeñan justificará  lo que quieran hacer con la gente. El virus puede repetirse adoptando las formas convenientes que sean, mutando como se desee; y el miedo generado puede ser la excusa para que los gobiernos «se vean obligados a protegernos» y a restringir todo lo que ellos quieran en libertades y bienes deseables. (Lean- si no lo han hecho-  “1984” de Orwell y podrán darse una idea de lo que podría llegar a ocurrir mientras el Sistema aparenta que nos defiende).

Esta es la cruda realidad que esconde el capitalismo -hoy agonizante, pero resistiendo y persistiendo en su condición. Una realidad  que es siempre la misma: ambición, ansias de poder, ansias de tener. 

No tiene límites la obsesión de los ricos por acaparar  fuentes de riqueza como petróleo, oro, diamantes, agua,  minerales para  tecnología militar y telecomunicaciones, control del paso de oleoductos  y establecimiento de  bases militares que garanticen control regional, protección a sus expolios, y reacciones rápidas cuando y donde convengan, y muchas cosas más.Y al final, siempre un paraíso fiscal , ustedes ya saben, un modo más de dar la espalda a las leyes fiscales  que ellos mismos se inventan para el resto, y un modo más de robar la riqueza de los pueblos.

Para mantener estos propósitos infames precisan los Estados una fuerza  militar capaz de competir para evitar ser relegados por otros y perder las presas. Así que cada país  potencia al máximo una industria militar, un alto nivel de investigación científico-bélica, una perfecta organización en la distribución y venta de armamento donde convenga…Y a crear o atizar  nuevas guerras aquí y allá  para dar salida a los stocks y seguir haciendo armas más sofisticadas que las anteriores en una espiral sin fin.

El negocio de la guerra es uno de los más lucrativos que existen, por no decir el mayor junto al petróleo, las drogas, la prostitución y el juego. En puridad, muchos de esos gobiernos que aparentan ser honorables no son otra cosa que gobiernos de señores de la guerra.

Ustedes ya saben, era por recordar.

Todo este complejo engranaje precisa sustentarse en la explotación de la energía laboral colectiva, justificarse en una ideología religiosa y política aplicada desde templos  y Parlamentos, y basarse en mitos sobre el Poder como emanado de un  dios a medida  (absolutismos, tiranías varias fascismos…)

Y entre un conflicto mundial y otro; entre una y otra dictadura con diferente nombre, se permiten algunos Estados del mundo el lujo de esconder su verdadero  rostro bajo  democracias (representativas, pero nunca participativas) que no comprometen al sistema, y contribuyen a blanquearlo.

Ustedes ya saben…Solo era por recordar.

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