
En estos tiempos es imposible no acordarse de Orwell, porque tal vez nunca, en toda la historia, la gente ha tenido tanto miedo como en nuestros días. Es normal sentir miedo y reaccionar cuando uno se ve ante un peligro inmediato, vgr. ante los pitones de un toro bravo. Lo que está lejos de ser normal es sentir miedo sin el toro delante, interiorizar ese sentimiento y llevarlo en la vida diaria como un invisible traje punzante que se nos sirve por el Sistema como un regalo, un traje protector «para nuestra seguridad».Si sentimos miedo, «nos tienen que proteger»; si queremos seguridad «tenemos que tener miedo» antes que nada. Y como su deseo de protegernos parece infinito, crearnos trajes de miedo tampoco tiene fin. De lo contrario, estaríamos indefensos, ¿ no, señor guardia?
Este singular envoltorio mental envenenado, es parte de un programa aplicado sistemáticamente por el Poder, dirigido a “vestir” nuestras conciencias para someterlas más fácilmente. Y esto es lo que sucede hoy día. La facilidad con que millones de personas en todo el Planeta se dejan confinar por el miedo al último virus hábilmente manejado por políticos y medios, da una idea del poder del “traje” en cuestión.
A manos de sus promotores, por los mismos cauces, y con virus o sin él, el miedo forma parte de la vida pública y personal como un elemento imprescindible para el funcionamiento de este mundo, que se percibe así como inseguro, negativamente cambiante, y de difícil arreglo. Tienes miedo a no llegar a fin de mes, porque te han fijado un salario insuficiente para vivir; tienes miedo a que te echen del trabajo, porque existen unas leyes laborales que permiten a tu jefe despedirte con mucha facilidad. Tienes miedo a no encontrar trabajo porque el sistema entra en crisis de vez en cuando y lo mismo expulsa a quienes trabajan que impide que entren los que aspiran a hacerlo. Estás en manos de otros que determina tu vida y te empujan al miedo. Entonces te entra el miedo a tu futuro. No puedes hacer planes ni siquiera para hoy. Y podríamos enumerar tantos ejemplos de esta índole que no cabrían en un grueso volumen…
Vivimos en inmersos en la sociedad del miedo global. Son millones de personas en todo el mundo quienes viven así, con el traje del miedo puesto sobre su piel. No solo porque vivan en cualquiera de los países en guerra, sino también en cualquiera de los países empobrecidos por las multinacionales y sus gobiernos que – juntos- controlan el primero, el segundo y el tercer mundo, y porque no hay más de momento. Así que estamos ante el terreno abonado para que aparezcan toda clase de “rescatadores de miedos”. Terreno abonado para fascismos, terroristas, especuladores, compañías de seguros, industrias farmacéuticas, fanáticos religiosos, creadores de noticias falsas, y toda clase de sujetos que coinciden en sus fines por lejos que aparenten encontrarse. “Separa, ata y domina” es su filosofía. Y les funciona.
Para quienes no conozcan el mundo espiritual, esta es la filosofía demoníaca. No se asusten, no estamos en territorios esotéricos; es la filosofía de todos los días en los telediarios; es la de los jefes de Estado de casi todo el Planeta. Por supuesto, es la de los presidentes de los consejos de administración de grandes industrias y grupos financieros que pretenden ejercer poder en beneficio propio. Todos ellos tienen esa filosofía como lema, y para ello ponen en circulación un arma muy poderosa que paraliza a las multitudes: el miedo. Así que el miedo tiene una función social, un papel que cumplir. Observen cómo vivimos en la pandemia: separados, atados y dominados. Mejor ejemplo, imposible.