(Hemeroteca) El poema de Marcos Ana que inspiró a Extremoduro

Roberto Iniesta fundó en Plasencia, Cáceres, el grupo Extremoduro en 1987. Marcos Ana tenía entonces 67 años y hacía 25 que había salido de la cárcel, después de pasar casi 23 años encarcelado y condenado a muerte dos veces.

Marcos Ana fue el segundo protagonista de vidasajenas. Gracias a ese reportaje ganamos el accésit del premio de Jóvenes Periodistas de infoLibre. Su historia nos impactó antes de ir a su casa a conocerle: pasó todos esos años encarcelado por sus ideas políticas, sin juicio justo desde 1939, acusado de crímenes que ya se habían imputado a otros jóvenes del Partido Comunista Español y sin rastro de odio.

Su mensaje, con 94 años, seguía siendo el mismo de siempre: que vale la pena luchar y que el odio es como llevar una piedra en el bolsillo.

Durante su encarcelamiento descubrió una tendencia hacia la poesía. Allí, encarcelado, aprendió “la carpintería del poema”, aunque al principio fue un intuición musical. Escribió versos secos, calientes y evocadores. Hacia su última etapa, con más de dos décadas de prisión y la amistad y el recuerdo de Miguel Hernández, se preguntaba si su corazón era patio y dijo que si salía un día a la vida, su casa no tendría llaves para que entrara la noche, el día y la lluvia azul. El poema en el que se inspiró Extremoduro fue Decidme cómo es un árbol, pero en Mi corazón es patio emergen todos los años de soledad en una prisión:

De sus inicios poético, Marcos Ana cuenta: “Fue en una celda de castigo donde inicié una creación adolescente y temblorosa. Los amigos me pasaron lecturas, introduciendo en mi petate unas hojas suelta con poemas de Alberti, Neruda, Machado… Los leía y releía mil veces. Me los aprendí de memoria y me los recitaba en voz alta, llenando de ritmo y de imágenes la soledad y el silencio de mi celda. Y en aquel clima, comencé a escribir, o a construir memorizando, sin apenas conocer la carpintería del poema, dejándome llevar por una cadencia musical que subía de mí mismo”.

Marcos Ana salió a la vida en 1962 y lo primero que descubrió es que su costumbre a los espacios verticales le impedía admirar el campo abierto. Se mareaba hasta el vómito contemplando la línea del horizonte. Su adaptación a la libertad fue penosa, pero muy intensa: conoció a Rafael Alberti, al Che Guevara, a Pablo Neruda. Viajó por el mundo y apenas conocía a las mujeres. Llevó el mensaje de la paz y el ideal comunista a la tierra de Salvador Allende. Conoció a su mujer, que se llama Vida, y tuvo a su hijo, Marcos.

El poema en el que Extremoduro escuchó los pasos del funcionario

Los últimos versos del poema Decidme cómo es un árbol dan cuenta de la soledad y la represión que sufrió Marcos Ana en la cárcel: “no puedo seguir, escucho los pasos del funcionario”. Más de dos décadas encarcelado borran el paisaje natural de un hombre: decidme, reclama, cómo es un árbol. Entre paredes, los pasos de un funcionario del régimen.

Decidme como es un árbol,
contadme el canto de un río
cuando se cubre de pájaros,
habladme del mar,
habladme del olor ancho del campo
de las estrellas, del aire.

Recitadme un horizonte sin cerradura
y sin llave como la choza de un pobre,
decidme cómo es el beso de una mujer,
dadme el nombre del amor
no lo recuerdo.

¿Aún las noches se perfuman de enamorados
tiemblos de pasión bajo la luna
o solo queda esta fosa,
la luz de una cerradura
y la canción de mi rosa?

22 años, ya olvidé
la dimensión de las cosas,
su olor, su aroma,
escribo a tientas el mar,
el campo, el bosque, digo bosque
y he perdido la geometría del árbol.

Hablo por hablar asuntos
que los años me olvidaron.

No puedo seguir:
escucho los pasos del funcionario.

Te juzgarán solo por tus errores (yo no)

En 1989 Extremoduro publicó el álbum Rock Transgresivo. Se reeditó en 1994 con nuevas piezas, en especial la pista número 9 del cassette. Como nos recuerda un lector (gracias, Íñigo), la canción inspirada en Marcos Ana pudo pasar desapercibida porque no se incluyó en la edición original de Rock Transgresvio. Además era un tiempo en que las mejores canciones se ponían en las primeras posiciones de la cinta. Era difícil llegar a voluntad hasta las últimas, a no ser que estuviera en un largo trayecto en coche. No existía ni el discman, que facilitó la tarea a quienes no escuchaban todo el trabajo de un artista.

La canción se tituló Te juzgarán sólo por tus errores. Fue algo distinto al rock de la banda. Unos coros inquietan los versos principales, surgen alguna rabia y acusación evocadas con ironía sobre la dictadura: por tantas piedras y fuego que puso sobre las voces críticas que se pronunciaban sobre la libertad. “Talad, talad, que no descuelle el corazón de música oprimida”, canta Iniesta: “Si se arranca a volar, gritadle a voces su culpa: ¡que recuerde!”, “Si hay un hombre que tiene el corazón de viento, llenádselo de piedras y hundidle la rodilla sobre el pecho”.

Nos parece una genialidad y un modo evocador y desgarrado de acercarse a la historia reciente y adormecida de España. La represión que hubo sobre las ideas, el arma más peligrosa, el miedo con “el grito de las flores” y el final, horroroso y gris, de los pasos del funcionario. “Era verdad”, me dijo Marcos Ana: “venía el funcionario cuando estaba terminando el poema”. Esta es la canción de Extremoduro:

Su herida golpead de vez en cuando;
no dejadla jamás que cicatrice:
que arroje sangre fresca a su dolor,
y eterno viva en su raíz el llanto.

Si se arranca a volar, gritadle a voces
su culpa: ¡qué recuerde!
Si en su palabra crecen flores, nuevamente,
arrojad pellas de barro oscuro al rostro;
pisad su savia roja.
Talad, talad, que no descuelle el corazón
de música oprimida.

Si hay un hombre que tiene
el corazón de viento,
llenádselo de piedras
y hundidle la rodilla sobre el pecho.

Pero hay que tajar noche
– tajos de luz- para llegar al Alba
y acuchillad los muros de las heridas altas
y ametrallar las sombras con la vida
en las manos
sin paz,
amartillada.

Tengo más vidas que un gato:
me muero siempre, y me mato
un poco cada vez que muere
cualquiera de mis hermanos:
la hierba, ratones, las tías, los gitanos,
los peces, los pájaros, los invertebrados,
las moscas, los niños, los perros, los gatos,
la gente, el ganado, los piojos que mato,
los bichos salvajes, los domesticados,
y que pena, si mueres, de los pobres gusanos.

Tú arranca:
yo oigo gritar a las flores.
Allá tú con tu conciencia,
yo soy cada día más malo;
estoy perdiendo la paciencia.

Tú arranca,
yo aprendo como aguilucho.
Vuelo a un mundo imaginario
(No puedo seguir: escucho
los pasos del funcionario)

Entrevista a Marcos Ana

http://vidasajenas.es/poema-marcos-ana-inspiro-extremoduro/
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