La guerra de las vacunas (3)

Lo más probable es que el nuevo coronavirus no desaparezca, porque es inviable bloquear la trasmisión de un virus respiratorio tan transmisible como el del covid-19 y quede como endémico entre nosotros como es ahora la gripe común.

INFECCIÓN y CONTAGIO

La pandemia actual, como las epidemias de gripes habidas en España desde hace más de un siglo, presenta una evolución natural con subidas y bajadas en 2-3 fases de pocas semanas cuando su propagación desciende con la inmunidad que se va generando. Es un fenómeno natural que sucede, hagamos lo que hagamos, con independencia de las medidas a tomar. Desde los primeros casos, quienes han superado la enfermedad y quedan inmunes forman un «colchón»; no son personas contagiables ni contagiadoras por lo que sus contactos sociales son inocuos. No reconocer esta inmunidad de la población, sin intervenir las vacunas, forma parte de la estrategia del miedo y la desinformación.

Lo más probable es que el nuevo coronavirus no desaparezca, porque es inviable bloquear la trasmisión de un virus respiratorio tan transmisible como el del covid-19 y quede como endémico entre nosotros como es ahora la gripe común, o sea, como un catarro en la infancia que inmuniza el resto de la vida de las reinfecciones graves y que no precisa vacunarse cuando aparece una epidemia.

Al principio la OMS negaba que una persona con covid, pero todavía sin síntomas, pudiera infectar a otras cuando esta transmisión puede ser hasta en la mitad de los casos diagnosticados. En los casos leves, es muy baja la probabilidad de contagiar a otros más allá de la primera semana y quienes han pasado cuadros leves o no han tenido síntomas pueden generar pocos anticuerpos, pero suficientes para tener inmunidad.

En toda Europa se produce una caída en la velocidad de expansión del covid antes de que se hubiera puesto en marcha cualquier medida. En España, según el Ministerio de Sanidad, el promedio de personas contagiadas por un infectado, el llamado Número Reproductivo Básico-NRB, fue máximo el 5 de marzo, con 3,5 personas y bajó a 1,98 pers. el 15 de marzo (ver gráfico). La curva ya descendía 9 días antes del 14 marzo 2020 cuando se declaró el estado de alarma, y lo hacía por la propia evolución de la enfermedad, no por las medidas adoptadas. El confinamiento retrasó los contagios por un tiempo limitado, pues el virus estaba fuera esperando nuestra salida.

Otra cosa es que en ocasiones la curva de la pandemia coincida con alguna actuación de las autoridades sanitarias de forma que le sirva para probar su eficacia, como ha sucedido con el confinamiento. Es similar a cuando se adjudica la bonanza económica a la acción del gobierno, cuando es el ciclo de flujo, crisis y reflujo propios de la economía capitalista (y que ninguna autoridad controla).

Si el virus se transmite por contactos entre personas, reducir tales contactos debería disminuir necesariamente la transmisión viral. Intuitivamente es así y para el sentido común es difícil creer lo contrario, pero el sentido común a veces engaña, como pensar que el sol da vueltas alrededor de a tierra o cuando se imagina al abusador como un sátiro desconocido que ataca a sus víctimas en las calles, cuando la realidad es que la gran mayoría de los abusos y agresiones tienen lugar en los hogares por la pareja, familiares o personas cercanas. Los medios ven el peligro en el paseante desconocido que nos cruzamos en la acera, con quien la probabilidad de contagio es realmente baja, en lugar de verlo con las personas conocidas que interactúan a diario.

El impacto mortal no depende de la cantidad de contagiados, sino de quiénes se contagian: 100 adolescentes, no producen fallecimientos, pues las relaciones al aire libre son básicamente inocuas y la probabilidad de contagio al aire libre es bajísima, pero si fueran ancianos en una residencia, morirían 5 ó 6. Y es más probable contagiarse en el transporte público, una oficina cerrada, o un taller atestado de trabajadores. Después de los hospitales y las residencias de ancianos, son los hogares donde se producen más contagios.

Una PCR positiva te considera infectado con covid, aunque no padezcas ninguna afección ni presentes síntomas, declarando enfermo a alguien que no lo está. Esto sobreestima el número de infectados, dando una idea incontrolada de la pandemia, para mantener la tensión social.

 

* texto entresacado del libro «Covid-19. La respuesta autoritaria y la estrategia del miedo». Paz Francés, José R. Loayssa y Ariel Petruccelli. Ediciones El Salmón. 2021.

 

 

 

 

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