Las Bombas de Palomares

Medio siglo después la localidad más radiactiva de España empieza por fin a desvelar sus secretos.

ACCIDENTE

El 17 enero de 1966 un avión cisterna y un bombardero estadounidenses colisionaron a 10 Km. de altura, cayendo sobre el pueblo de Palomares las cuatro bombas atómicas que llevaban  y muriendo 7 de sus 11 tripulantes. Los cuerpos de los pilotos del avión cisterna aparecieron descuartizados a causa de la explosión de los 180.000 litros de combustible.

España era el único país de Europa que permitía, sobre su territorio, el reabastecimiento en vuelo de los aviones militares de EE.UU. y que realizaban diariamente, a la ida desde la Base Aérea de Zaragoza, y a la vuelta, desde la de Morón.

Fue el primer accidente con 4 bombas atómicas en el mundo y la primera bomba atómica caída sobre una población desde el final de la 2ª Guerra Mundial, con una potencia cada una 70 veces superior a las arrojadas sobres Hiroshima y Nagasaki.

BOMBAS

Estas bombas tenían un sistema (mantenido secreto) que impedía la explosión nuclear en caso de impacto y, en caso de colisión aérea, caían con paracaídas.

Tres de las bombas que cayeron en tierra se localizaron y retiraron el primer día. La primera de ellas fue recuperada intacta, salvo ligeras abolladuras del casco al caer sobre la arena de la playa del pueblo, las otras dos cayeron a 500 y 50 m. de las viviendas del casco urbano; explotaron solo los detonadores de dinamita y se partieron ambas por la mitad al fallar sus paracaídas, esparciendo los 5 Kg. de plutonio que contenía cada una.

La cuarta bomba la buscaron por tierra durante semanas sin resultado alguno al desconocerse, esos primeros días, que había caído al mar. Las dos bombas que se recuperaron sin dañar están expuestas en un museo en EE.UU.

BÚSQUEDA

Fue la mayor búsqueda de la historia con un coste diario de 1 millón de dólares. Había mucho miedo por parte de los americanos a que un barco ruso fondeado frente a Palomares encontrase y robase la bomba, uno de los mayores secretos de EE.UU. Igualmente España temía que, con la repercusión internacional del accidente, desapareciera el turismo, su primera fuente de divisas.

EE.UU. montó rápidamente un campamento a las afueras del pueblo con 1.500 soldados. Después llegó por mar la VI Flota con 3.425 personas, entre marines y civiles. Montaron un campamento gigantesco junto al pequeño pueblo de apenas mil habitantes.

Paco, un vecino del pueblo, vio caer al mar la bomba en paracaídas desde su barca mientras faenaba y señaló tres veces ese lugar, pero apenas le hicieron caso, pues el pescador representaba para los americanos el atraso atávico frente al progreso y la ciencia de EE.UU.

No había mapas del suelo marino de la zona. Cuadricularon la zona de búsqueda en la que emplearon 34 barcos y 4 mini-submarinos, que solo podían llegar hasta 60 m de profundidad, sin conseguir ningún resultado. Tras dos meses de búsqueda, la Marina, incapaz de encontrarla, tuvo que contratar a una empresa privada el mini submarino más moderno de la época. Por su cuenta y desobedeciendo las órdenes de los militares y en oscuridad total, la localizaron a 22 Km. de la orilla y 750 m. de profundidad.

Tras su localización, a la Marina se les partió el cable al izarla, cayendo la bomba de nuevo a las profundidades. Tardaron una semana más en encontrarla al borde de un acantilado de 2.000 m. de profundidad, que si se cayera de nuevo, la perderían para siempre. La rescataron al cabo de 80 días del accidente. Sin la ayuda de Paco hubieran tardado un año en encontrarla. Fue la primera vez que el mundo vio la foto de una bomba atómica.

CENSURA

La prensa internacional informó de inmediato del accidente y Palomares se llenó de espías y periodistas de medio mundo, pero en España los primeros días la policía retiraba todos los ejemplares de los quioscos, llegando a dar la Guardia Civil una paliza al periodista de «Paris Match» por publicar su revista las primeras fotos del accidente.

Los estadounidenses no reconocieron que estaban buscando una 4ª bomba, a la que llamaban «artefacto». En la prensa española las palabras «Nuclear» o «Atómica» eran tabú. Ambos gobiernos iniciaron una campaña informando de la ausencia de contaminación nuclear en la zona. Por la noche los vecinos escuchaban Radio Pirenaica, aunque era considerado delito, para enterarse de algo.

En la actualidad, España todavía mantiene en secreto cientos de documentos oficiales sobre el accidente, entre ellos, el «Plan de Rehabilitación del Área Contaminada».

CONTAMINACIÓN

La nube radioactiva de 1,5 x 1,5 Km. cayó sobre zonas urbanas y de cultivo, pero los vecinos desconocían la existencia de la radiación. Como no hubo daños aparentes, el día siguiente del accidente fue casi una fiesta para los vecinos, que iban en romería a ver los dos cráteres humeantes de los impactos, llevándose trocitos de recuerdo. Un vecino se hizo un cinturón con las cintas que sujetaban la bomba.

Los primeros días se buscaba la bomba sin ningún tipo de protección, El Gobierno español no suministró protección alguna a los españoles, que sí llevaba después el personal estadounidense que participó en la limpieza. Se prohibió la pesca en la zona y tampoco podían trabajar la tierra, por lo que el Gobierno de EE.UU. estuvo comprándoles las cosechas, pero terminó por cundir el hambre y había vecinos que por la noche aprovechaban las sobras de la basura del campamento militar, por lo que terminaron suministrando víveres a los vecinos durante el resto de la operación de búsqueda.

Aproximadamente el 30 % de la población de Palomares presentaba trazas de plutonio radiactivo en su cuerpo y las primeras mediciones de radioactividad eran 200-300 veces superiores a lo normal.

LIMPIEZA

Se retiró una superficie de tierra contaminada equivalente a 2,5 veces el tamaño de la Puerta del Sol, tierras que fueron transportadas en unos 5.000 bidones a EE.UU. Aún así, el 15 % del plutonio desparramado fue irrecuperable, convirtiendo a Palomares en la localidad más radiactiva de España. Los restos de los dos aviones los cargaron en enormes buques contendores y los tiraron en altamar.

La descontaminación fue un fraude. No había precedente alguno en descontaminación por plutonio y los medidores eran inadecuados, pues daban la mitad del valor real.

En 1980 se prohibió de nuevo cultivar las tierras y en 2004 se volvió a retirar la tierra contaminada. En la actualidad hay zonas contaminadas cercadas con vallas y se ha prohibido la construcción en otras zonas afectadas. En 2015, ecologistas españoles denunciaron al Gobierno por permitir el cementerio nuclear en Palomares.

SALUD

El plutonio tarda 44.000 en perder del todo su radiación y sus efectos en las personas aparecen al cabo de 20-30 años y el que se deposita en el interior de los huesos permanece irradiando el resto de su vida. No se han realizado estudios epidemiológicos sobre su toxicidad, ni a nivel local ni entre los guardias civiles que participaron en la limpieza, aunque el 30 % de la población de Palomares presentaba trazas de plutonio radiactivo en su cuerpo.

Cuando terminó la búsqueda le dieron a cada vecino un certificado, firmado por ambos gobiernos, asegurando la ausencia de peligro en la zona, a sabiendas de la falsedad, ya que la contaminación radiactiva a finales de la década de 1980 era 3.000 veces superior a la de las pruebas atómicas.

EE.UU. apenas conocía del efecto del plutonio en las personas, por lo que después del accidente aprovechó y creó «Índalo», un programa de investigación del efecto del plutonio en 150 vecinos del pueblo que viajaron durante 20 años a Madrid a realizarse análisis. No tenía fines sanitarios y los afectados nunca supieron los resultados, hasta que en 1986 el Gobierno español desclasificó algunos de ellos.

El ejército de EE.UU. ha mantenido durante 50 años que no hubo radiación dañina, por lo que muchos de sus soldados no fueron reconocidos como víctimas de la radiación.

CONSECUENCIAS

En España el asunto de Palomares aparece y desaparece cada cierto tiempo. Paco, el pescador, pidió 5 millones de dólares a EE.UU., pero solo le dieron 2.000 dólares, aunque parte de los vecinos estuvieron de acuerdo con las indemnizaciones recibidas.

En una manifestación posterior de vecinos de Palomares para protestar por la falta de compensaciones tras el accidente, la duquesa de Medina Sidonia fue condenada a un año de prisión menor. En los años ’80, con un Ayuntamiento socialista, por primera vez los vecinos se organizaron y cuestionaron, a lo largo de dos años, la historia oficial sin ningún resultado por lo que dejaron de ir a Madrid a las pruebas médicas.

En 2021, a consecuencia del documental «Palomares», tres senadores de EE.UU. han presentado un proyecto de Ley sobre Palomares, considerándolo un accidente radioactivo.

Se han realizado tres trabajos cinematográficos sobre el accidente:

– Película «Hombres de honor» (EE.UU. 2000), Se ve algo del dispositivo naval desplegado y el nerviosismo de los militares estadounidenses, pero sin mencionar a «Paco el de la bomba».

– Documental «Operación Flecha Rota» (Almería. 2007). Se analiza el accidente y sus consecuencias, se entrevista por primera vez al piloto que estaba a los mandos del avión siniestrado y se muestra el trabajo epidemiológico del Dr. Martínez Pinilla.

– Serie «Palomares » (España. 2021) de 4 episodios. Se tienen en cuenta todos los documentos desclasificados y se da voz a los personajes que intervinieron de una u otra manera en aquel acontecimiento y ha servido de base a este artículo.

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