María Zambrano Alarcón: La razón de la Poesía

Si preguntamos a cualquier profesor de Filosofía quiénes son los tres pensamientos más relevantes de España en el siglo XX, nos responderá, por este orden, que Miguel de Unamuno, José Ortega y Gasset y María Zambrano. En ellos se sostuvo ese siglo, bien por referentes o por pionera como fue el caso de nuestra filósofa con su método: el pensamiento poético.

El concepto de razón poética es un aporte teórico de la filósofa malagueña María Zambrano (1904-1991) como un método de conocimiento que dista de la razón discursiva dominante en el discurso filosófico de Occidente. La razón poética constituye un nuevo método cognoscitivo que deseaba lograr un saber unificado que abrazase distintos saberes y que aprendiese, bajo el signo de una razón nueva y creadora, tanto las dimensiones racionales como las irracionales de la existencia.1​ Lo que intenta esta nueva razón emparentada con la razón vital y mediadora es dar voz a lo real, a lo que trasciende al concepto y a lo que no puede ser integrado completamente en él. Se trata, con esta nueva razón, de transitar los niveles más subterraneos de la existencia. Según menciona Mercedes Gómez Blesa, Zambrano observa que la tarea de la filosofía consiste en remontarse y mostrar aquello que la razón discursiva imperante en Occidente dejó atrás, esto es, la pérdida del contacto con la realidad, dejando así al individuo en una situación de orfandad.”

Filosofía y poesía

En su obra Filosofía y poesía escrita en el año 1939, Zambrano caracterizará los métodos distintos que tienen la filosofía y la poesía de encarar la realidad y su necesidad mutua, que ya estaba presente en algunos de los los filósofos presocráticos tales como Parménides, pero que fue escindida desde que Platón expulsase a los poetas de su República. La filosofía, para Zambrano, tiene que recuperar su dimensión poética, en tanto que «Poesía y razón se completan y requieren una a otra. La poesía vendría a ser el pensamiento supremo para captar la realidad íntima de cada cosa, la realidad fluyente, movediza, la radical heterogeneidad del ser.”

Fuente: Wikipedia

Su padre, el pedagogo Blas Zambrano y María siendo niña.

Las siguientes palabras del pedagogo Blas Zambrano nos revelan cuáles fueron las prioridades en aquellos momentos de la primera década del siglo XX, de una España de miseria y de abandono por parte de aquellos que debían proteger y no lo hicieron, pero que algunos docentes no dudaron de manifestar y denunciar abiertamente, sin tapujos, lo injusto, aunque eso significase poner en peligro sus vidas, porque alguien tenía que hacerlo.

«No usamos careta, ni lo somos de nadie. Hemos expuesto nuestras ideas en distintas publicaciones; y deseando consagrarnos con mayor asiduidad al cultivo de las mismas, tratamos de agrupar a cuantos sean amigos del pueblo y no teman demostrarlo. Nuestros nombres valen muy poco pero la obra que emprendemos vale mucho. Por eso pedimos luces a quien las tenga y posea, además, buena voluntad de prestarlas».

Blas Zambrano

pedagogo

Para comprender su razón poética, desde su inspiración hasta su fundamento, basta asomarse a la vida de María para encontrar en su entorno suficientes e importantes influencias que la cultivaron desde su más tierna infancia. Su padre Blas Zambrano era pedagogo, amigo íntimo de Antonio Machado que la vio crecer con el paso de los años y despertó en María una profunda admiración que se resume en el momento más aciago para ambos como fue en 1939 su exilio a Francia. María se dirigía a la frontera en un vehículo, cuando vio al poeta andaluz más castellano caminando por la orilla de la carretera. María hizo que se detuviera y bajó a abrazar a Machado. Cuando le pidió que subiera, no quiso: no hubo manera de convencer al maestro y María caminó junto a él lo que quedaba de recorrido. Cuando leí esta anécdota se me encogió el corazón al imaginar tan sólo aquel momento verdadero. El resto de su hermosa relación es por todos conocido. Antonio Machado murió poco después en Conlliure, al sur de Francia donde está enterrado. Murió de pena, despojado de todo. Unamuno en 1937, a mitad de la guerra. Los dos pertenecen a la generación del 98. La joven María Zambrano a la generación del 27. Después de un largo exilio en el Caribe y México regresó a España siendo anciana y no reconocida desde el último cuarto de siglo. Recibió los dos premios literarios más importantes españoles, el Premio Príncipe de Asturias en 1981 y el premio Cervantes en 1988, que se concedió por primera vez a una mujer.

Ella fue, es y será la razón de la poesía.

Benjamín Lajo Cosido

memorialista

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